martes, junio 27, 2006

 

La merendilla


Supongo que por eso de que cuando era pequeño no tenía mando a distancia, los anuncios de televisión han ejercido una influencia en mi vida que me es difícil de negar.

De hecho, todavía hoy, cuando escucho los temas de música clásica que se utilizaron para varios anuncios en mi infancia, no puedo dejar de pensar en comprar aceite Elosúa o pan Ortiz. Pero de todas las melodías (lo siento, pero no voy a llamarlas “jingles”) hay una que marcó no sólo mis gustos culinarios sino también la manera de afrontar la alimentación. ¿Adivinan a qué anuncio me refiero?

Una pista, el texto tan sólo contenía cinco palabras, que eran los cuatro componentes básicos (entonces no era obligatorio mencionar los E-nosecuantos) y el nombre del producto.

Leche, cacao, avellanas y azúcar... nocilla!

Hace años que no tengo televisión y ni siquiera sé si se sigue encontrando nocilla en los supermercados, pero este anuncio vino a mi mente en cuanto vi la publicidad de ese producto que es igual pero no es lo mismo llamado nutella, propiedad de una gran multinacional y disponible portanto a lo largo y ancho del orbe incluido las más recónditas tiendezuelas del desierto australiano.

Comparemos el anuncio de la nocilla de los años ochenta con la descripción del producto que se encuentra en la nutella del siglo XXI e imaginemos cómo sería su correspondiente anuncio.

Nocilla – En el anuncio se mostraba un vaso de cristal vacío y de repente empezaba la sintonía y sonaba la primera palabra: “Lecheeeeee”. En ese momento caía del cielo, cual maná sobre el desierto, litros de substanciosa leche, a buen seguro de hermosas vacas asturianas, todas ellas muy cuerdas.

Nutella – Leche desnatada! Empezamos bien. Ya me estoy imaginando un moderno vaso con mil brillos generados por ordenador donde caen, a partes iguales, semitransparente leche y agua de la fuente que la aligere de esa ominosa mancha llamada grasa animal.

Nocilla – El tono bajaba ligeramente y el siguiente componente era alabado: “Cacaoooo”. Entonces una lluvia de granos de cacao golpeaba tormentosamente la leche del recipiente, empezando a fundirse en un interracial abrazo.

Nutella – Sólo 7,6% de cacao. Vaya, sólo les hace falta añadir: se lo juro por lo más sagrado que yo no quería echar tanto, que se me escapó!
En nuestro anuncio, un escuálido grano diseñado por ordenador, con esas texturas artificiales que tanto gustan a los creativos, caería pausadamente sobre el líquido blanquecino que con desidia le espera en el fondo del vaso. Eso sí, al caer, gracias al Dolby Surround, el THX, o lo que sea, cada golpe resonaría con un estruendo que parecería que son las mismísimas huestes de Atila las que bajan endiabladas vaso abajo.

Nocilla – La melodía empieza un increscendo: “Avellanaaaas”, y acto seguido medio saco de tan delicioso fruto seco caía sin compasión sin que ninguna pegase en el borde y no nos quedara más remedio que admirar la habilidad del paisano que lanzaba los frutos, sin duda desde tres pisos más arriba, a juzgar por la velocidad con que caían. En este punto ya todos nos preguntábamos por el tamaño del recipiente, pues ¡a ver cómo era posible meter todo este jauja en tan modesto vaso!

Nutella – Aquí, como no se les ocurría cómo maquillar la injustificable presencia de todos los aceites vegetales de la avellana, llegamos al galimatías científico. El texto dice: “Bajo nivel de GI”, que según aclaran más abajo es un tipo de energía que vale para nosequé pero que suena como droga de diseño que te permitirá correr como un felino hasta el coche de mamá, que es lo más lejos que corren los niños hoy en día. En este punto de nuestro anuncio de fantasía el vaso se giraría noventa grados en tres dimensiones para que unas atléticas avellanas (en concreto tres) entraran dando alegres saltitos cual alegres cabaretistas bailando el can-can.

Nocilla – Finalmente la melodía alcanzaba su punto álgido y sin ningún pudor se gritaba alegremente, cual Celia Cruz enrabietada: “Azúuuuucar”. Y esto ya era el despiporre. Kilos de refinada azúcar de remolacha caían de todas direcciones hacia ese vaso sin fondo, tan enorme como nuestro apetito.

Nutella – Bueno, a este respecto corren un tupido velo y pasan a mencionar otras bondades que despisten el hecho de que para que algo sepa dulce, de una manera u otra, tiene que llevar algún azúcar, por lo tanto los creativos lanzarían su super-órdago y en las pantallas gigantes de plasma megatrónico aparecería una escuálida (que parece que es lo que hoy se lleva) y desnuda modelo sobre la cual verterían el contenido, eso sí, siempre bien seguros de que no se vea ninguna parte pudenda, que eso del alegre exibicionismo de los anuncios de Fa es cosa de tiempos tremendamente incorrectos y felizmente superados.

¿A ver quién puede superar eso, eh?

En fin, quizás si así hubiera sido el anuncio, mi madre (quién sabe si a sugerencia de mi padre), se hubiera decidido ir hacia el estante del humilde supermercado de pueblo donde se avituallaba nuestra familia y hubiera traído a casa ese oro para nuestro infantil paldar.

Pero no fue el caso, y en nuestro hogar, en vez de la sintonía del anuncio, o aquella de Siniestro Total que decía “¡Nocilla, qué merendilla!” se cantaba, para bien o para mal, otra canción:

Carne, pimentón, calabaza y tripa..... ¡¡¡morcilla!!!


jueves, mayo 25, 2006

 

Pequeño Turismo


Australia es un país tan grande que el viajero muchas veces tiene que viajar cientos de kilómetros para ir de un punto de su interés a otro. Por ese motivo, muchos pequeños detalles se quedan en el olvido pues las guías deciden ignorarlos, centrándose en las zonas más visitadas o en el mejor de los casos, aunque sean referenciados, casi nadie tiene tiempo de desviarse de la carretera sólo por un detalle menor.

Así que a veces el azar hace que te topes con pequeñas sorpresas como esta, la Roca de Australia, aunque mejor debería llamarse el Agujero de Australia. A lo largo de millones de años el aire y el agua han erosionado esta roca situada en Narooma (entre Sydney y Melbourne) hasta dejarla muy parecida a la isla de Australia, salvo el Cabo York, en el noreste, pero en fin, quizás en otro par de millones de años ahí lo tenemos.

¿Y que me dicen de esta esfinge?



¿Gizah? ¡No! Geelong, una ciudad industrial cerca de Melbourne en la que no hay prácticamente nada que ver y uno no se detiene a no ser que sea por pura casualidad. Además, la esfinge (que es en realidad el reclamo de un hotel con sala de juegos) está situada en una carretera secundaria, así que para dar con ella hay que tener un gen arquelógico oculto.

Y fue otro gen oculto, el culinario, el que por casualidad nos llevó hasta este local, el “Granero de las crepes”, un local perdido en un puerto de montaña de Tasmania en una carretera secundaria.



No sólo sirven unas crepes estupendas (¡y enormes!) sino que sus dueños (un norteamericano y una tasmana) hacen gala de un sarcástico sentido del humor poco usual por estos lares. Como muestra, este cartel en el que piden “amablemente” a los clientes que no aparquen enfrente de su casa (atención al último idioma):



O este otro en el interior del local en el que, junto a las crepes destacadas se avisa a los sufrientes (sic) padres de niños alborotadores que les sobrecargaran, si sus hijos dan la tabarra, 2.20$ por crío pelmazo.



Toda una pincelada de humor que no todo el mundo sabe entender, como las famosas guías Lonely Planet, demasiado yuppies para enterarse del percal. Por cierto, el comentario sobre este local lo hojeé días después en una librería, pues un servidor, para viajar usa otras fuentes de información más acordes con su estilo de vida.


lunes, mayo 01, 2006

 

Antípodas


Ya de antiguo los marineros, en sus historias narradas en las posadas y burdeles de la época, hablaron de la existencia de unos seres extraños que se encontraban en las lejanas Indias Orientales y que tenían los pies en la cabeza. Gracias a estos antípodas se pagaron muchas rondas gratis en las cantinas y al final, al lugar situado en el lado opuesto del globo terráqueo se le terminó denominado antípodas.

Aunque en realidad las antípodas de España no están situadas en Sudamérica, sino en Nueva Zelanda, y la base científica de estos marineros era por lo general igual de sólida que la de George Bush buscando Armas de Destrucción Masiva, el caso es que en Australia, las cuasi-antípodas de España, sí que ocurren muchos fenómenos que incluso hoy día podrían dar lugar a calurosas charlas en los bares si no fuera porque el partido de los sábados suele centrar todo el interés de los parroquianos.

Por ejemplo, las plantas y su resistencia al fuego. Debido a que la isla es un continente muy antiguo (de hecho es parte del primigéneo Gondwana) la orografía australiana es muy suave, como la de un castillo de arena vencido por las olas, y un incendio podía quemar extensiones similares a nuestros países europeos. Por añadidura, los incendios suceden bastante a menudo. De hecho no he estado todavía en un bosque que no muestre cicatrices de un incendio cercano. Por eso mismo los vegetales que se adaptaron al fuego sobrevivieron.

En la foto se puede apreciar como a pesar de haber quedado prácticamente socarrada, la vida de esta planta sigue adelante, y seguirá por muchos años, pues esta especie crece menos de un centímetro al año y vive varias centurias. De hecho este ejemplar debe pasar los cien años y ahí sigue... un poco tostaduco, eso sí...

Pero volviendo a los antípodas. A mí me gusta imaginar cómo serían las conversaciones en aquellas tabernas de antaño. Por ejemplo, un marinero que hubiera visto la planta de la siguiente foto podría decir:



- ¡¡En la Terra Australis las sandias crecen de los zarzales!!

Y ante los “ooooohhhh” del personal, podría incluso apostillar:

- ¡Y la flor de la que nace tiene una mazorca de maiz en el centro!



Y entoces habría división de opiniones y trifulcas varias, pero al final nuestro protagonista recibiría otra jarra de vino gentileza de algún entusiasmado oyente. Y nuestro bravo marinero sonreiría a grandes carcajadas con su boca mellada por el escorbuto.


viernes, abril 14, 2006

 

Esto sigue


No, no me he perdido en el desierto, sencillamente hay mucho que ver y mucho que hacer en Australia, especialmente si el tiempo es bueno, así que no he tenido la oportunidad de escribir tranquilamente hasta ahora, pero espero ir creando contenido en la furgo y luego subirlo a la red cuando me conecte.

Ahora que estoy “on the road”, lo primero que quería comentar es la cantidad de gente que hace lo mismo que tú en este país, es decir, cogerse una “fregoneta” y lanzarse carretera y manta. Y ya no hablo de las hordas de jóvenes europeos hambrientos de asfalto y de desierto, sobre todo alemanes (creo que no pasa un día sin que me tope con alguno y eso que estamos en temporada baja) sino de australianos, especialmente parejas maduritas (o sea, de 50 para arriba) que se apuntan a esto de ver el país sobre ruedas una vez que los hijos han crecido. Aunque, eso sí, hay clases y clases. En la siguiente foto se puede observar las 3 categorias principales de vehículos motorizados que sirven al viajero impenitente en su deambular por esta isla sin fin.



A la derecha, una típica furgoneta de backpacker (mochilero), en donde en apenas unos metros cuadrados se concentran cocina, nevera, salita-dormitorio, armarios y en este caso, en un segundo nivel, la cama. En el centro tenemos una clásica caravana, las cuales suelen ser generalmente alquiladas, y constan normalmente de una cocina amplia (las nuevas no se diferencian nada de la cocina de una casa moderna), una habitación y, según modelos, servicio y ducha. Finalmente, sobresaliendo por la izquierda, el peso pesado de las viviendas sobre ruedas, lo que aquí llaman un motorhome. No he entrado en ninguno pero por las fotos que he visto en revistas especializadas no les falta de nada: salón con muebles de cuero, cocina espaciosa, etc. Como se puede apreciar, estos tienen preparada hasta la antena de la tele. Son auténticos hogares rodantes y su precio puede llegar tranquilamente a los 200.000 EUR.

También hay que decir que el tamaño del vehículo no se corresponde necesariamente con la edad de sus ocupantes. Es decir, uno imagina que la gente de más edad tiende a viajar, por comodidad, con mejores medios, pero nada más lejos de la realidad. He visto parejas de gente mayor australiana viajando en furgonetas mucho peores que la de la foto, es más, recuerdo incluso una pareja de abueletes que recorrían el país en un tipo de vehículo que por estos lares se encuentra con relativa frecuencia y que su pariente en España sólo tienen un uso. ¡Los coches de las funerarias! Eso sí, de colores más alegres (generalmente blancos).

Prometo foto.

Para terminar con esto de las furgonetas, comentar lo que me ha parecido una muy buena idea. Hasta ahora, tan sólo se podía alquilar una furgoneta relativamente nueva (aquí esto significa entre 5 y 15 años), eficiente y cómoda pero sin nada de feeling. Si querías lo que en mi pueblo llaman una furgoneta “de Scooby Doo” no te quedaba más remedio que comprarla, cosa que a los viajeros con más prisa, esto es, un mes o menos, no les trae demasiada cuenta. Pero una avispada empresa lo que ha hecho ha sido comprar una flotilla de veteranas de la carretera (y hablo de furgonetas, ¡eh!), acondicionarlas en la medida de lo posible (por lo que he visto, un fregadero y un armario, a parte de una cama plegable) y lo mejor, las han decorado estilo grafitti dándoles un toque grunge bastante peculiar, a la manera de esas furgonetas pintadas por los propios viajeros que de vez en cuando todavía se ven.

Lo dicho, esto sigue.


miércoles, marzo 01, 2006

 

Estoy pero no estoy

Me quema la impaciencia
estoy pero no estoy...
Reincidentes


Por fin, tras dos años de espera, Kangutja (mi mariscal de campo) y un servidor dejaremos de ser urbanitas (si es que a los de Sydney se los puede considerar como tales) y empezaremos un periplo por Australia que nos llevará, como dice el brindis: pa'rriba, pa'bajo, pa'l'centro y......

Por eso mismo andamos como locos organizando todo. Una cosa es irse de vacaciones y otra cambiar tu residencia por una furgoneta.

En cualquier caso, dado que nos llevaremos un portátil, espero seguir escribiendo y añadiendo contenidos a este blog.


¡Motores en marcha!

¡Empezando cuenta atras!


jueves, febrero 09, 2006

 

Chiste con certificado de procedencia


Me pregunto qué proporción del material que circula por Internet es lo que yo genéricamente denomino como "chorradas". Ya sabéis, chistes, presentaciones en powerpoint de paisajes deslumbrantes o cuerpos aún más deslumbrantes, videos con taradeces del mundo mundial, etc.

Como muestra, este montaje que alguien hizo cambiando los textos del siempre "amado" servicio de ferrocarril de Sydney.



Siempre me he preguntado de dónde saldría todo este compendio de saber y muchas veces estoy casi seguro que son los propios spammers lo que inician muchos de ellos, especialmente los odiosos mensajes cadena. Todos hemos sido víctima de ese mensaje de un "amigo" que te manda un tantra malayo de muy buen rollo, pero que termina diciendo que si no reenvías el mensaje a otras diez inocentes víctimas tu tostadora hará el pan al contrario de lo que a ti te gusta, tu suegra vendrá a visitarte justo cuando te ibas a echar la siesta y otras desgracias de similar magnitud caerán sobre tu vida.

El interés de los spammers es claro, cuantos más mensajes se reenvíen, más posibilidad tendrán ellos de interceptarlos, y por tanto, de conseguir direcciones de email válidas y, por consiguiente, de seguir con su lucrativo negocio. El SPAM mueve millones, aunque nadie admitirá nunca haber comprado viagra de uno de esos cientos de correos que te insinúan que tu potencia sexual podría mejorar muy mucho con semejante cóctel químico.

¿Y esto qué tiene que ver con Australia? Pues tiene que ver con que el chiste de más abajo tiene certificado de procedencia. Es más, hasta conocí a su autor, o mejor dicho autora.

Hace año y medio, cuando trabajaba una famosa compañía finlandesa, una chica polaca (llamada Anna Hrycej, por si le da por escribir su nombre en Google y llega hasta aquí) apareció un buen día por donde yo andaba con un montón de cacharros para probar. Acababa de llegar a la ciudad y como tenía poco tiempo para visitar Sydney antes de volar a Europa de nuevo, hizo el recorrido básico para turistas, incluyendo el zoo de Taroonga, el cual, por cierto, me desaconsejó, por su falta de fauna australiana, aunque su situación sea inmejorable, al borde de la ría, con la Opera House y el Harbour Bridge como fondo para mandriles y paquidermos.

Allí surgió la foto que dió origen al montaje, el cual, por cierto, no terminó de hacer mucha gracia a los australianos, que tenían todavía a Russel Crowe en palmitos, antes de que se dedicara a lanzar telefonos al personal.

Bueno, no me enrollo más, para los no anglo parlantes, el texto dice: (Gemelos) separados al nacer...


viernes, febrero 03, 2006

 

Solución a la Adivinanza I


Bueno, pues aquí va la solución.




¡¡La foto está tomada desde el interior de un árbol que se quemó!!


De hecho, para verlo hay que ponerse de esta guisa:



Y ahora vayamos a los afortunados:

Me temo que María ha estado cerca, pero ha sido Mr Paco, el que se ha llevado el ciber jamón de canguro.

Felicidades, Paco, te lo mandaremos comprimido en un fichero ZIP.

miércoles, enero 25, 2006

 

Adivinanza I

Bueno, ya sé que no es muy original, pero dado que yo disfruto con las adivinanzas de otros blogs, considero que es mi turno para pasar a la acción.

La foto es esta:



y la pregunta es: ¿DESDE DÓNDE está tomada esta foto?

Pasen, vean, y dejen sus respuestas en los comentarios....


miércoles, enero 18, 2006

 

Más sobre la nochevieja

Hablando de que el mejor sitio para ver los fuegos artificiales de nochevieja es el jardín botánico, precisamente los inseparable M&I estuvieron allí y este blog ha tenido acceso a varios documentos secretos que acreditan lo que allí se cuece en tan señalado día.





En la primera foto se puede ver que diez horas antes de los fuegos (eran apenas las dos de la tarde) el lugar ya estaba repleto de gente que soportaban, algunos en bañador, los más de cuarenta grados de temperatura tan panchos. Por cierto, ¿dónde regalaban los paraguas rojos, que parece que casi todo el mundo los lleva?









En la segunda, tomada a las 3 y media, podemos ver que finalmente nuestro amigo Dixie se ha sentado y que además, el número de paraguas rojos sigue en aumento, y nosotros sin enterarnos de dónde los regalaban. Viendo la cantidad de gente, se comprende que poco después las autoridades cerraran la entrada al recinto. Por cierto, hablando de autoridades: este año prohibieron, con no sé qué razón ecológica (es por el bien del parque) o social (es por el bien de todos), la entrada de alcohol en el recinto, pero en la primera foto se aprecia el chiringuito donde, si llevabas una pulserita que te daban si acreditabas ser mayor de edad, servían alcohol al personal por precios cualquier cosa menos sociales.



En la última foto, tomada a las 8 de la tarde, se nota que Lorenzo ha dejado de pegar y que por consiguiente todo el mundo (menos nosotros) tiene el paraguas guardadito en la mochila. Mientras tanto, aunque sea diciembre, el del bar sigue haciendo su agosto.

Finalmente a las doce comenzaron los fuegos y los que se llevaron trípode pudieron hacer fotos tan espectaculares como la de la entrada anterior.



¿Mereció la pena la espera? Preguntaré a M&I, pero en mi opinión si aparte de los fuegos resulta que regalaban un paraguas rojo.....


martes, enero 10, 2006

 

Nochevieja en Sydney

Si hay un día para estar en Sydney es la noche de fin de año. Hay fuegos artificiales simultáneos desde el famoso puente de Sydney (el Harbour Bridge) y desde otros cuatro puntos y el resultado es siempre espectacular.



Más de un millón de personas contemplaron el espectáculo desde los diversos parques y playas que dan a la ría y en los momentos mas esplendorosos se pudiero oir, muy a la americana, cientos de miles de chillidos de aprobación al más puro estilo Jose Luís Moreno.

El mejor sitio para verlos es, sin duda, el jardín botánico, pero hay tanta gente que para coger sitio no hay que ir ni una hora ni dos antes, sino al menos ¡con 9 horas de antelación! aunque conozco a alguno que se plantó allí a las 10 de la mañana (los fuegos son, obviamente, a las 12 de la noche, aunque haya uno para los niños a las nueve). De hecho, hay tanta afluencia que a media tarde se cierran directamente las puertas del botánico.

Este año hizo muchíiiiiisimo calor, sobre los cuarenta grados (que para una ciudad al lado del mar no está nada mal, ¿no?) y más de uno se achicharró vivo (por ejemplo, el que se plantó a las 10 de la mañana), pero la verdad es que la espera merece la pena, y si no volved a echar un vistazo a la foto, que aunque la he robado vilmente, puedo atestiguar que no está trucada. Es sencillamente así.

¡Feliz 2006!


viernes, diciembre 23, 2005

 

Otra de chanclas


Si unas entradas más abajo mencionaba el furor que hacen las chanclas en estas latitudes, en esta entrada quiero dar cuenta de un invento que de llegar a Australia (de momento sólo parecen estar disponibles en norteamerica) seguro que causará furor.

Se trata de la topless sandals también llamadas "down unders" (¿será casualidad que así se denomine popularmente a Australia en el mundo sajón?"), y la gracia está en que no tienen los enganches entre los pies, sino que se pegan literalmente a la planta del pié, con lo cual a primera vista puede parecer que vas descalzo.





Eso sí, me gustaría ver qué pasa cuando se frene en seco, si no saldrás despedido de las chanclas mientras estas se queden plantadas en el suelo con pinta de decir: "¿pero dónde vaaaaaas?"


jueves, diciembre 15, 2005

 

Lujos caninos


El otro día Merche&Icharri me mandaron la siguiente foto.



Me comentan:

Eso que ves es... ¡servicio a domicilio! Así que si tienes un lindo perrito, pues le llamas a este señor, viene con su caravana (dentro del remolque azul hay una bañera), te conecta el agua y la electricidad de tu jardín y te empieza a lavar/secar el perro. Luego recoje los bártulos y ya está!

Nos quedamos con la boca abierta cuando vino a lavar al perro de la familia en la que estamos.


¡Vaya, vaya, yo creía que lo de llevar una vida de perros era otra cosa!

Por cierto, el otro día leí que un restaurante de Sydney ofrece también un menú para perros, aunque no recuerdo en qué consistía el menú para la mascota.

Por cierto, ¿hacemos un concurso?

Por veintico ciber-euros, díganme artículos y servicios que originalmente fueran para humanos y que ahora existan para mascotas también. Por ejemplo: Restaurantes...

1,2,3 responda otra vez...


miércoles, diciembre 07, 2005

 

No me pises...


Según pasa el tiempo es normal que uno pierda esa sensación de novedad ante lo que le rodea. De repente, te parece normal colocarte a la izquierda en las escaleras mecánicas o al cruzar la calle, mirar primero a la derecha.

Por eso es muy interesante poder hablar con algún recién llegado de la lejana Iberia y comprobar si las cosas que a ti te llamaron la atención en su momento son las mismas.

Pues bien, la semana pasada tuve la oportunidad de tomarme unas cervezas con Icharri y Merche, una pareja de Barcelona que han recabado por estas tierras en busca de una mejora en su inglés y también, si tienen suerte, en su vida laboral.

Me lo pasé en grande escuchando sus primeras impresiones sobre cangurolandia y más en concreto sobre Sydney. Y casi se me salta la lagrimilla cuando comprobé que una de las cosas que más les chocaron fue el uso de una prenda de vestir que, en mi opinión podría definir perfectamente la idiosincrisia australiana.

¿Qué será? ¿qué seráaaa?

La solución está en una carta que mandé a mis amigos al poco de venir, en el cual me asombraba exactamente de lo mismo.

Hoy quería comentaros algo sobre la manera de vestir de este pais. Al integrar tantas culturas diferentes, uno podría pensar en una variedad amplia de vestimenta, pero la verdad es que aunque se ven trajes asiáticos, todo está bastante occidentalizado. Pero lo curioso no es eso, lo curioso es que, a diferencia de otros países, parece que las modas no desaparecen. He visto gafotas de los 60 a raudales, he visto gafas macarrónicas de los 70 también, laca de los 80... todo combinado de una manera singular (no seré yo el que diga si acertada o no), pero todo esto sin olvidar, al rey de las prendas de vestir de estas latitudes.....

¿Será la americana?
¿Serán los cinturones de cuero?
¿Serán las botas de cocodrilo?

¡¡¡ NO !!!

The oscar goes to.......

Las únicas, inigualables y genuinas.... ¡¡¡ chanclas !!!

Sí.. sí.... ese pariente pobre de la alpargata, que no es más que una suela de plástico con un hilito donde se engancha el dedo gordo y el de al lado.

Ahora mismo debe ser lo más cool y también lo más democrático de los atuendos australes. He visto niñas pijas por el centro de Sydney con ropita de marca y en chanclas. He visto turistas que se van de excursión con sus atuendos de El Coronel Tapioca, pero en chanclas. He visto surfistas que van con su tabla por el medio de la ciudad, por supuesto en chanclas.

Sí, amigos, las chanclas, ese artilugio tan playero y por qué no decirlo, tan cutre-salchichero para nosotros están tan extendidas que hasta he visto que en algún local decían que para entrar debía llevarse un calzado que cubriera el pie (en clara alusión a las reinas del verano).


Así que si os venís a estas tierras, nada de romperos la cabeza con sofisticadas prendas de vestir. Atraca el vestuario de tus padres o de tus hermanos mayores, mezcla todo sin ningún pudor, ponte chanclas y eso sí...

¡que no te pisen!


lunes, noviembre 28, 2005

 

¡Rayos! Este tiempo está loco


Hay un dicho muy conocido por aquí que se refiere a la inestabilidad del tiempo en Melbourne: "¡Cuatro estaciones en un sólo día!"

En Sydney, sin embargo, no llegamos a tanto. En invierno, por ejemplo, el tiempo es bastante estable, con días azules y algún periodo de lluvias (aunque no demasiadas). Pero ahora que se acerca el verano el tiempo se vuelve tan majareta e imprevisible que a menudo ni siquiera los partes meteorológicos aciertan de un día para otro.

Este sábado fue uno de esos días locos. A pesar de que la tarde anterior la ABM (la Oficina Australiana de Metereología) anunciaba un día nuboso con precipitaciones por la tarde, amaneció totalmente cubierto y lloviendo a mares.

Ante tal primaveral panorama en un sábado por la mañana la verdad es que me quedé un poco chafado, peeeero...... resulta que de repente escampó y el cielo se nos mostró de un azul espléndido, subiendo el termómetro hasta temperaturas veraniegas. Así que ¡hala! ¡guarda el paraguas y coge la toallita, crema de sol y para la playa!

Ya avanzada la tarde se empezó a cubrir y por la noche pudimos disfrutar de una fenomenal tormenta acompañada de fenómenos eléctricos, que diría Maldonado.

La verdad es que era todo un placer tomarte tranquilamente un cubatita con la luz apagada mientras el cielo descargaba rayos y truenos con furia propia de un Odín con dolor de muelas. Tan frecuentes eran los rayos que no me llevó demasiado tiempo tomar la siguiente foto (pinchad para verla aumentada):



Finalmente, más tarde un aire polar rebajó la temperatura a niveles otoñales.

Ayer domingo, cuando abrí la ventana y saqué la mano para ver qué tiempo hacía me quedé helado, pero literalmente. ¡Ozú que frío! El termómetro apenas llegaba a los 15 grados, temperatura puramente invernal por estos lares.

¡Algunos hasta sacaron del armario los jerseys de lana!

Así que bueno, este fin de semana no hemos alcanzado la locura de Melbourne, pero sí que pudimos decir eso de: ¡4 estaciones en un sólo día.... y medio!


martes, noviembre 22, 2005

 

¡Nos vamos a Alemania! (es un decir)

Sorpresas te da la vida
la vida te da sorpresas, ¡ay, Dios!
Rubén Blades



Una de las buenas cosas que tiene el estar a tanta distancia de mi tierra es porque por fin puedo descansar de la intoxicación futbolística a la que la televisión me sometía antes de venirme a las antípodas: partido un día sí y al otro también y sobre todo, el tener que escuchar las interesantes declaraciones de los futbolistas ("el fúrbol es asín", "lo importante es que gane el equipo", "yo lo que diga el Míster".... etc...)durante más de la mitad de los informativos, todos los días, fueran de la cadena que fueran.

Así que cuando me subí al avión que me traería a mi nuevo hogar pensé, bueno, todo eso se queda atrás. !Pues no del todo! Para empezar, la cosa no comenzó demasiado bien, pues en el avión, y eso que era de Qantas y volaba desde Frankfurt, en la programación de sus televisiones tenían un extenso documental sobre la historia del Real Madrid, que no vi, pero me hizo presagiar que la sombra del fútbol es alargada y se extiende más de lo que creía.

Pero una vez instalado en el país comprobé que aquí lo que prima es el rugby y el cricket, y además si vives en Melbourne y alrededores, el fútbol australiano (ya sabeis, la version bruta del balompié), así que respiré tranquilo.

Hasta el pasado miércoles.

Para empezar, la vuelta a casa en el tren fue más apretada que de costumbre porque había bastante gente con camisetas amarillas. Entonces recordé que Australia jugaba esa misma tarde contra Uruguay su pase al Mundial del 2006 en Alemania. En la ida perdieron 1-0 en Montevideo, así que sinceramente no le daba yo muchas opciones a los socceroos, que es como aquí llaman a su selección nacional, mezclando soccer (fútbol para los americanos y australianos) y -roo (como llaman aquí a los canguros, diminutivo de kangaroo).

Pero bueno, a lo que íbamos.

Estaba yo en un hotel (aquí la mayoría de los hoteles son sencillamente, pubs) celebrando el cumpleaños de un compañero de trabajo cuando la gente se empezó a congregar frente a la pantalla gigante. Nosotros estábamos de cena (muchos pubs-hoteles sirven cenas) a unos metros de distancia pero de espaldas a la pantalla, así que sólo sentíamos que cada vez había más gente (pero sin exagerar, tampoco nada parecido a un Real Madrid - Barcelona) y el ambiente se iba animando por momentos.

Los primeros gritos de histeria llegaron cuando los australianos marcaron el primer gol, así que como la cosa se iba animando muchos compañeros de mesa nos fuimos a ver la prórroga.

Supongo que una de las gracias del fútbol es sentirse identificado con un equipo, así que yo me decanté por los de casa, aunque la verdad no era fácil. No conocía a ningún jugador, y los uruguayos tenían nombres que por lo menos eran familiares. Entonces sacaron una imagen del entrenador. ¡La leche! ¡Pero si es Guus Hiddink, el ex-entrenador del Valencia y del Real Madrid! Ah... eso lo cambia todo: ¡Australia, Australia!

La cosa estaba calentita y se puso al rojo vivo cuando se llegó al final de la prórroga sin goles, lo cual quería decir que ambos equipos se jugaban su suerte en la tanda de penalties.

Los allí presentes se mordían las uñas, salvo un compañero neozelandés, el cual no se le veía muy emocionado con aquello. Entonces, primer disparo de los australianos..... gool!! Primer disparo de los uruguayos..... parada de NUESTRO guardameta!!!

En ese momento mi compañero Tom me miró totalmente eufórico (y, por cierto, bastante mamado también) y me dijo una frase que es mejor no traducir:

What the fuck! We might do it!

Poco después un jugador australiano tiró un balón fuera, lo cual puso las cosas empatadas. Llegamos al quinto lanzamiento e incoscientemente un nombre vino a mi mente: Zubizarreta. ¡Qué portero más seguro y elegante! y.... ¡lo malo que era con los penaltis!. Qué tiempos aquellos en los que en los penalties no había emoción ninguna (España SIEMPRE la cagaba).

Pero aquí estaba yo, enfrente de una pantalla gigante esperando que el jugador uruguayo lanzase su balón, el cuarto de su tanda.

Chuta y.......... ¡paradaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAaaaa!!

Ahora todo el peso estaba en las botas de John Aloisi, jugador que me dijeron del.... ¡ahiva Patxi! !del Alavés! (confieso que tardé un rato en enterarme que "Alvis" era Alavés, aunque fue mucho más rápido que cuando en otra ocasión me hablaron del "vidis", que resulto ser el "Betis").

Aquí va Aloisiiiiiiiiiiiiiii.... GggGGGgggOOoooOOOOOOl!!!

El estadio explotó de alegría y en el bar los australianos hasta se permitían medio abrazarse (sin pasarse, que mucho tiene que pasar para que estos sajones rompan la norma sagrada del no contacto físico ¿eh?) y yo, bueno, pues contento por... ¡pues no lo sé muy bien!

De todos modos, viendo que los australianos, solo se clasifican para un mundial cuando se juega en Alemania (la última vez fue en 1974), creo que de momento, en los informativos de por aquí seguire escuchando....

¡¡El cricket es asiNNNN!!!


jueves, noviembre 10, 2005

 

Sydney to Gong


La marcha ciclista Sydney to Gong es un evento con cierta solera en este país. Lo organiza una organización benéfica de afectados por la multiesclerosis y pone encima del sillín cada año a miles de participantes para recorrer los casi 90 kilómetros de distancia entre Sydney y Wollongong (más conocida como Gong, los aussies tienden a acortarlo todo).

La primera cosa que me llamó la atención es que tienes que pagar por participar, y no poco, sobre unos 30 euros. La segunda es que la gente aquí no sólo los paga gustosamente sino que además piden libritos de donaciones para recaudar dinero por su cuenta y entregarlo a MS, la entidad organizadora del evento.

Este tipo de eventos para causas benéficas se repite durante todo el año y la gente acude en masa. Al City to Surf, la carrera urbana más popular de Sydney (14 Km) acuden familias enteras, y mucha gente se disfraza. También interesante es el Oxfam Trailwalker, pues se trata de hacer 100 Km andando por senderos dentro de el área urbana de Sydney, cosa posible gracias a la enorme cantidad de parques naturales que están incrustados en la ciudad.

Otr característica muy australiana es que, para causar menos trastorno al tráfico, estos y otros eventos deportivos suelen empezar a unas horas bastante intempestivas para el ibérico común. ¡En el Sydney to Gong los primeros ciclistas salieron a las 6.30 de la mañana!

Como me habían asignado como horario de salida las 7.30, llegué un poco antes junto con mis compañeros de escudería (Kangutja y El Magro) y el ambiente ya era estupendo. Por el Sydney Park deambulaban tranquilamente centenares de ciclistas estirando músculos o apurando un plátano antes de pasar bajo la pancarta que marcaba el inicio. Entre los miles de maillots, algunos conocidos como los del Kelme, Once, Mapei y varios del Banesto, algunos incluso con referencias a Miguel Indurain.

Por cierto, hay que decir que había 3 circuitos, uno de 54 Km liso, el íntegro de 88 Km (que es el que mis piernas y mi trasero estoicamente soportaron) y otro, con salida más adelante, que sólo hacía los últimos 52 Km, los más bonitos, por estar la mayoría dentro de un parque nacional.

Según llegabas te ponías el dorsal y tras acudir a que te sellaran tu tarjeta de participación podías tomar la salida cuando quisieras. De este modo, los al menos 7000 participantes salieron en un chorro continuo durante al menos hora y media, lo cual facilitaba mucho el pedaleo y evitaba masificaciones en los puntos de parada.

A las afueras de Sydney, en un parquecito, estaba la llamada Parada del Té Matutino, en el cual te daban gratis café o té, una magadalena (tamaño australiano, es decir, como un puño de grandes) y mientras te tirabas por el cesped, una banda de música amenizaba, con más ganas que resultados, con una curiosa mezcla de rock and roll y swing.

Pero desde luego, lo mejor vino a mitad de la carrera, cuando entramos en el Royal National Park por una carretera que cortaron para la ocasión. En la entrada del parque paraban a la gente para que descendiera el siguiente tramo, estrecho y serpenteante, en pequeños grupos, lo cual te daba la posibilidad de lanzarte a lo Perico Delgado a sabiendas de que no te empotrarías con nadie. Una gozada.

Luego, claro... lo que bajamos hubo que subirlo, pero todo tuvo su recompensa, pues la cima del primer repecho era un mirador en el que se veía toda la costa y la industrial Wollongong al fondo; ciudad que no nos vería llegar, puesto que por motivo de unas obras en la carretera, la edición de este año retornaba excepcionalmente de nuevo a Sydney.

Pero era una delicia tomarte el bocadillo a lado del acantilado mientras parapentistas trataban de emular el esbelto vuelo de los pelicanos.

Así, tras el enésimo bocata de nutella (creo que algunos sólo participan para ponerse tibios con nutella y tubos de leche condensada) atacamos el último repecho y volvimos por la autopista hacia el Waratah Park de Sutherland, donde, para hacer bueno el lema de la marcha, nos esperaba un auténtico... ¡GONG! ¡con su baqueta y todo! Estaba a libre disposición para el que quisiera probar sus habilidades musicales, cosa que hice gustosamente, aunque por las caras de los allí presentes parece que no valgo para tañidor en un monasterio budista.

Finalmente, debido sin duda a la concentración de sangre en ls piernas en detrimento del cerebro, yo ingenuamente esperaba que en el parque hubiera chiringuitos de cerveza, música pachanguera, barracas de feria, críos dando la tabarra... en fin todo lo que se necesita para montar una buena FIESTA y culminar el día, pero......

....amigos, esto es Australia. Había algunos stands de los organizadores vendiendo merchandising y alguno privado (hay empresas, recuerdo en concreto un banco, en las que la participación es bastante alta), también un escenario donde me dijeron que a mediodía tocó la banda que estaba en la Parada del Té Matutino y.... ¡nada más!

La gente estiraba las piernas y ¡hala, a casita!.

Sin bien a esas alturas no estaba el cuerpo para muchas, ¡hombre, lo que hubiera dado yo por una cerveza bien fresquita!


jueves, noviembre 03, 2005

 

Australia paralizada


Si antes de venir a Sydney me hubieran preguntado qué evento podría detener el pulso de una nación como Australia hubiera respondido que algo relacionado con el rugby. Si me lo hubieran preguntado apenas una semana después de instalarme, hubiera dicho que quizás algún partido de cricket. Tardé casi un año en saber que el país entero deja lo que esté haciendo en ese momento y se dirige al pub más cercano casi en estampida el primer martes de noviembre, a las 3 de la tarde, para contemplar... ¡una carrera de caballos!

Y es que ese día los australianos pueden gozar de algo de lo que prácticamente el resto del mundo disfruta varias veces al año: ¡una tradición!

La carrera de caballos conocida como Melbourne Cup (oficialmente Emirates Melbourne Cup) se celebró por primera vez en 1861, y desde entonces se ha seguido celebrando ininterrumpidamente, haya llovido, hecho sol o estuvieran los japoneses lanzando torpedos en el Pacífico. Es algo que ya pertenece a la pequeña historia de este país y que crece cada día, y si en su primera edición fue seguida por 4000 personas, el pasado martes más de 130.000 se desplazaron al hipódromo Flemington de Melbourne para ver la carrera.

Bueno, ¿sólo para verla? No exactamente. Tan importante como la carrera en sí es el paripé social que se monta en torno a ella. Las mujeres visten traje largo y casi por obligación llevan uno de los inventos que particularmente más me horripilan: ¡las pamelas! Y es que la sociedad australiana nunca se ha distinguido precisamente por su glamour. Esto se ve en la calle todos los días y precisamente es una de las cosas que más me gustan de este país, pero supongo que un día al año les gusta es emular a la madre patria y a las carreras de Ascot. De hecho, en Sydney muchas chicas esa tarde se ponen también de largo y se enfundan pamelas, lo cual da a la ciudad un ambiente festivo muy especial. Sobre todo por el hecho de que muchos de los que ven la carrera no vuelven a trabajar y siguen de fiesta.



Desde luego, es un día para estar en Sydney. Para empezar, en el trabajo se hacen porras de 2 ó 5 dólares dónde participa todo el mundo, en las cuales eliges tu caballo al azar. Luego cerca de las 3 se baja al pub. Este año el ambiente estaba especialmente animado. La gente gritaba y chillaba en la carrera, algo inusual en los siempre comedidos aussies (no hablo de británicos e irlandeses, ¡eh!), sobre todo en la recta final, cuando Makybe Diva, la yegua ganadora, hizo historia al ganar por tercera vez consecutiva la carrera. ¡Y encima el equino es australiano! Así que la Diva pasará a los libros de historia de este país junto a Phar Lap, el caballo prodigioso de los años 30, cuyo enorme corazón se encuentra en el National Museum of Australia, en Canberra. Y es que a falta de héroes de dos piernas, ¡buenos son los de cuatro!

¡Ah! como nota curiosa decir que la supermodelo inglesa Jean Shrimpton levantó una buena polvareda en 1965 en el mismo hipódromo porque apareció en una carrera celebrada unos días antes de la Melbourne Cup, pero encuadrada dentro de la semana de "glamour" de la misma, incumpliendo todas las normas sociales al respecto: sin guantes, sin sombrero, sin medias...... y la puntilla: ¡en minifalda!!!!!

Fue la primera vez que en la isla veían una falda por encima de las rodillas y aquello fue el acabose. Se armó tanto revuelo que tres días después, en la Melbourne Cup, sus patrocinadores la vistieron modosita para calmar los ánimos.

Y es que en aquella época Australia estaba a mucho más de 20.000 kilómetros de distancia de Londres.


martes, noviembre 01, 2005

 

¡Qué casualidad!


Me comenta María, hada madrina y además turista on line, que unos días antes de mi post la columnista Elvira Lindo escribío (entre otras cosas) de lo mismo que yo (entre otras cosas) en el anterior post: cortinas y antifaces.

Esta es la parte del texto donde la autora de Manolito Gafotas aborda tan delicado tema:

(...)Suena el teléfono. Yo ya estaba despierta porque los americanos, que no tienen sensibilidad (son pioneros y tienen los sentidos de cartón), no ponen cortinas en las ventanas, sólo laminillas de plástico, que quedan muy cinematográficas pero dejan que el sol salvaje americano se cuele desde las siete y te saque a patadas del sueño. A veces, en la desesperación, colgamos una toalla con dos trozos de esparadrapo, pero entonces nos sentimos un poco tardohippies y nos deprimimos. A veces echamos mano de los antifaces de Iberia. Es curioso, siempre habíamos creído que el antifaz era un toque sofisticado de Audrey Hepburn en Desayuno en Tiffany's, ahora entendemos que era un detalle realista. Pero a nosotros los antifaces de Iberia nos hacen daño, se nos marca la gomilla en las sienes. No quisiera convertir este artículo en un cúmulo de reivindicaciones, ya sé que yo estoy sólo para distraerles del problema maragallesco; pero quisiera que esta columna sirviera para que los fabricantes de antifaces de Iberia hicieran, por favor se lo pido, un poco más grandes las gomas (me refiero a las del antifaz), porque a las criaturas al cabo de seis horas se nos corta el riego y es una pena dado que trabajamos con el intelecto.(...)


El texto completo está AQUÍ.

Por cierto, mi antifaz, como no podía ser de otra manera, es "marca" Qantas, la compañía aerea australiana, y tiene dos gomitas que a mí no apretan demasiado, sobre todo porque una se ha roto, hecho que por cierto me intriga bastante.... ¿me crecerá la cabeza por las noches cuando sueño? ¿O será sólo según que sueños?


viernes, octubre 28, 2005

 

El último día


Mañana es sábado, lo cual de por sí siempre es una buena noticia, pero es que además mañana es el último día del horario de invierno. Las razones para celebrar la llegada del horario de verano son varias, pero se puede resumir en esta:

¡Por fin dejará de amanecer a las cinco de la mañana! (hoy viernes lo ha hecho a las 4:58), con lo cual el sol podrá dormir una hora más, los pajarillos podrán dormir una hora más y por extensión, ¡yo podré dormir una hora más!

Y este asunto del amanecer no es cuestión baladí. Muchos diréis: "Chico, si bajas la persiana del todo, no entra ni una gota de luz", ante lo cual me descubro, pero el problema es que en Australia casi nadie tiene persianas. En la mayoría de las casas o hay cortinas o como en la mía, que van de modernos, hay lo que llaman "cortinas ciegas" (blind curtains), que son como las típicas cortinillas de plástico de las oficinas pero en vertical.

Y claro, la luz entra de tal manera que he tenido que recurrir a algo que de niño me parecía bastante ridículo cuando se lo veía a mi padre. Sí, amigos, lo confieso, yo uso antifaz por las mañanas. Vale, de acuerdo, I'm sorry, sé que tengo un problema y prometo acudir cuanto antes a "Antifaceros Anónimos".



De todos modos la solución sería fácil. Levantarse pronto, que es lo que hacen los buenos australianos, porque.... si no son ellos los que madrugan, ¿por qué los gimnasios abren a las 6 o incluso a las 5.30 de la mañana? ¿Por qué el parque de al lado de mi casa se llena de gente a las 7 de la mañana y a las 7 de la noche no hay casi ni un alma?


Pero madrugar es duro, sí señor. Confieso que una vez lo intenté, que incluso llegué hasta el cuarto de baño, pero mirándome al espejo el individuo del otro lado me dijo: "¿Pero tú estás tonto o qué?" y me volví a meter a la cama.

Y para finalizar, una reflexión. Si en Europa nos venden la conveniencia de los dos horarios (de invierno y de verano), con el pretexto del ahorro de energía producido al adecuar los horarios al ritmo solar. ¿Por qué en Nueva Gales del Sur cambian el horario a la vez que en el hemisferio norte y por lo tanto tenemos 7 meses de horario de invierno y 5 de verano?

¡Que alguien me lo explique, por favor!


viernes, octubre 21, 2005

 

Urbanidad

¡Hay que ser educado!...
El señor Barragán


Que lo de la urbanidad es algo complejo uno lo intuye en cuanto se asoma al diccionario:

urbanidad : f. Cortesanía, comedimiento, atención y buen modo.

Vale, muy bien, pero... ¿cómo se conjuga todo esto en Australia? Veamos algunos ejemplos prácticos sacados de la vida misma.


Lección I - El uso de "I'm sorry"

Aquí tenemos buenas noticias. No es ya que se pueda usar esta expresión con regularidad, es que se debe usar siempre y en todo lugar. Para empezar, siempre que se roza a alguien o hay una mínima posibilidad de cometer cualquier transgresión de las normas sajonas de la distancia, que son, como ya sabemos, muy restrictivas. Cualquiera que haya viajado a Londres, a la vuelta, seguro que el primer día ha dicho "Sorry!" en cuanto haya rozado a alguien.

Pero lo que no explican los libros de texto es que, en realidad, aquí sueltan los "I´m sorry" (junto a una sonrisa espléndida) como comodín que justifique cualquier cosa: Si un atracador entra a un banco a punta de pistola, lo primero que dirá es "I'm sorry but.....". Y es que, ante todo ¡educación!

Otro ejemplo: que tu compañero de piso pasa de sacar la basura. Tranquilo, te dirá "Sorry, mate" y se irá tan tranquilo. Y no le digas que no te vale con pedir disculpas, porque entonces se le pondrán los ojos como platos, como diciendo "¡¡Ya te he pedido perdón!! ¿Qué quieres, que me fustigue en público?", ante lo cual no sólo te hará sentir mal, sino que tampoco lograrás que saque la basura la próxima vez.

Leccion 2 - ¿Y si de verdad lo sientes?

Pero entonces... qué pasa si DE VERDAD quieres disculparte. ¿Cómo hacer ver entonces a otra persona que realmente sientes lo sucedido? Pues repitiendo esta y otras expresiones como "Pardon me" una y otra vez (y los australianos pueden perseguirte hasta el infierno si hace falta, con tal de lograr tu perdón) hasta que el ofendido dice algunas de las palabras mágicas: "No worries!", "You are right", "It´s OK" o similares.

Y es que este país no deja de sorprenderme. Un sábado, después de ser despertado a las 8 de la mañana por el taladro de la obra de un vecino, bajo en el ascensor y me encuentro al albañil con el arma del delito en la mano. Así que en ese momento mi sangre latina empezo a hinchar las venas de los ojos y a pesar de contar hasta diez y decir internamente "ooooommmmmmmmmm", no pude contenerme y soltando una mirada un tanto asesina dije: "¡Aha.... así que tú eres el que me ha despertado a las 8 de la mañana!". Sinceramente, yo esperaba la actitud chulesca y macarrónica que se gastan los del sector de la construcción por tierras patrias, y he de reconocer que tragué saliva pensando que, bueno, al fin y al cabo el que tenía un arma en la mano era él, pero el hombre me sorprendió con una sucesión de "sorrys" y caras de contricción tales que no me quedó más remedio que soltar algunas de las palabras mágicas (ver lección 1) que aliviaran su carga emocional, y aún así este buen obrero me siguió pidiendo disculpas una y otra vez, aún cuando yo, que me bajé antes, ¡ya había salido del ascensor!

Así que tras esto, qué puedo decir.... que Uluru, esa inmensa roca roja en medio del desierto, será toda una maravilla, pero a mí me maravilla más que un currela te pida perdón por haberte despertado a las 8 con un taladro, en vez de amenazarte con hacer uso indebido del mismo en alguna parte tu cuerpo... y no seré más específico en consideración a los miles de inocentes niños que pudieran estar leyendo en este momento este blog.

No quisiera tener luego que salir en los diarios diciendo: "I'm sorry!"


viernes, octubre 07, 2005

 

Domingo en Diamond Head

¿Qué puedo hacer yo?
De quién debo defenderme
si no conozco enemigos...
Celtas Cortos




El domingo pasado en el camping de Diamond Head, en el parque nacional de Crowdy Bay (en la costa, a unos 350 kilómetros al norte de Sydney), tuve la ocasión de asistir a esta típica escena de camping australiano: tiendas con los bañadores puestos al sol, bicicletas disfrutando de un merecido descanso junto a un árbol, una señora mayor haciendo ganchillo a la sombra mientras su esposo lee un libro (o quizás echa una cabezada furtiva) y bueno... un canguro por ahí en medio. O mejor dicho, una cangura, pues como se puede ver lleva a su retoño en el saco, puesto que le asoman las piernecitas.

Hasta aquí el hecho no es tan insólito, pues sabemos que otra cosa no, pero canguros hay en este país para dar y tomar, lo raro es que apenas nadie hiciera el más mínimo caso al animal, y de nuevo puedo comprender que los adultos, cansados de marsupiales, no se inmuten, pero... ¿y los niños?.

Yo en España me imagino a una panda de críos con artilugios pinchantes, cortantes o si hace falta tiroteantes (El Arroyo Los Cagaos dixit), detrás del bicho con la intención de hacer con él un estofado o sencillamente churrasco a la parrilla, ante la indiferencia de sus progenitores o si te apuras, espoleados por ellos.

Aquí los críos están bastante civilizados y se comportan amablemente con bichos y también con los adultos. Una de las cosas que más me choca es que un renacuajo de 4 años se ponga a hablar contigo tranquilamente, como si te conociera de toda la vida. No es que me parezca mal, es que creo que en España tenemos eso del "no hables con extraños" que por aquí no tienen.

De hecho, un rato después estuve hablando con un mozín y le pregunté su opinión acerca de los canguros.

- Pues la verdad es que no me gustan.
- ¿Y eso?
- Porque entran en la tienda y se comen el pan.

Y me miraba con ojos azules y esa mirada limpia de quien cuenta sus años con los dedos de una mano como diciendo..... ¡y qué le voy a hacer!.


jueves, septiembre 29, 2005

 

¡No cuela!



Cualquiera que haya usado un procesador de textos sabe de las ventajas del "copiar y pegar". ¿Por qué escribir un texto de nuevo cuando en medio segundo puedo copiarlo de otra parte? Bueno, el problema está cuando realmente el texto necesitado no es exáctamente idéntico al original y nadie se molesta en echarle un vistazo.

Eso es lo que ingenuamente pensé la primera vez que tuve delante de mí un bote de una conocida marca de mermelada francesa. En su etiqueta siempre reza es "Una antigua receta de francesa con deliciosos XXXX (el ingrediente en cuestión) endulzada tan sólo con mosto concentrado". Imaginemos un mundo ideal en el que los slogans publicitarios son ciertos y puedo creer que la mermelada que estoy tomando ha sido fabricada de igual forma que hace unos cientos de años, con deliciosos arándanos o zarzamoras recogidas en los bosques galos, no de invernadero, o incluso puedo imaginarme que nuestros vecinos tenian suficiente tiempo y ganas como para hacer mosto concentrado para endulzar su esmerada confitura en vez de dejar fermentar su zumo para posterior disfrute.

Ahora bien, que en la etiqueta ponga el mismo slogan para la mermelada de "piña y mango", pues..... mira que trato de imaginarme a una linda mademoiselle recogiendo piñas tropicales a las orillas del Sena o a un esforzado labriego cultivando con esmero sus mangos..... pero como que.... ¡NO CUELA!

Asi que asumo que ha sido un inocente fallo de "copiar y pegar", porque el departamento de marketing de tan reputada empresa no querría engañarnos... ¿verdad?


jueves, septiembre 22, 2005

 

Las cucarachas

Comparto mi vida
con cien cucarachas
yo les doy las migas
y ellas hacen gachas
- The Vientre -



Muchas veces me preguntan por la fauna que me encuentro en Australia, en especial por los cocodrilos, pues en las noticias sólo salen cocodrilos zampándose alemanes (una costumbre entre los reptiles de por aquí, según parece) y alegres canguritos, los cuales, evidentemente, no suelen merodear por las urbes y por lo tanto apenas los veo.

Y es que, como siempre, los reporteros se dejan cegar por los fuegos artificiales y se olvidan de los detalles sustanciosos. Porque, queridos amiguitos, en Sydney los animales también tienen reina, y esta vez no es inglesa, sino alemana. Se trata, ni más ni menos que de la llamada cucaracha alemana (Blattella germanica), la cual, curiosamente, procede de Africa. Por cierto, tampoco acertaron los entomólogos con la cucaracha Australiana, pues hoy se sabe que no es nativa, aunque no se ha determinado su procedencia.

Pero volvamos a la cucaracha alemana. Este curioso insecto, como buen monarca, no hace diferencias entre sus súbditos y habita en casas acomodadas y residencias de baja estofa por igual. Así que si veis algunas corretear por el lugar donde os alojeis, tranquilos, que en Sydney un hogar sin cucarachas es, sencillamente, ¡un búnker! Además, según las autoriadades sanitarias están consideradas como una plaga "estética" (bueno, a mi me parecen poco estéticas, pero si ellos lo dicen...), es decir, no son perjudiciales, aunque yo creo que todo depende de los nervios y el temple que tenga cada uno.

De todos modos, en verano se las puede ver hasta correteando por las calles. Eso sí, por lo general son discretas. Salen al anochecer, mientras tú estás camino de la cama y en general se recogen al amanecer, así la temporada pasada compartíamos el piso con alegría y buen rollito. Lo malo es cuando sales de fiesta y vuelves a casa de noche. ¡¡Sorpresaaaaaa!! Ahí las tienes, en la cocina, correteando de arriba a abajo con gracia y salero.

Es entoces cuando, en un arrebato, coges el spray y te dedicas a gasearlas impunemente..... y es dos segundos después cuando te das cuenta de que la garganta se te reseca y que te empiezas a sentir mareado.... entonces te parece oir risitas por lo bajini y empiezas a comprender que en realidad a la larga es más perjudicial el spray para ti que para ellas.

La otra manera de acabar con ellas es con cebos. Son unas cajitas de plástico muy modernas con veneno dentro y que duran un monton de meses, pero no sé.... yo cada vez que pongo unos nuevos me parece oir: "qué bien, qué bien... hoy comemos con Isabeeeeel". Sí... de vez en cuando aparece alguna patas arriba, pero yo creo que es más bien de indigestión que de otra cosa.

Así que esta temporada Kangutja, mi mariscal de campo, y un servidor decidimos plantar cara al invasor con la ayuda de armas prohibidas por la convención de Ginebra. Y me refiero a... ¡¡¡veneno de la China!!!!!. Por medio de una red de espías y agentes secretos ha llegado a nuestras manos el arma que pondrá la balanza de nuestro lado: veneno chino. Lo llaman "la última cena" y de momento su efectividad es alta y la moral entre nuestras tropas es elevada. Pero ahora llega el verano y las fuerzas atacantes se multiplican.

¿Lograremos detener el avance?


jueves, septiembre 15, 2005

 

A cámara lenta

El tren
súbete a mi tren azul
su dulce chimenea te puede dar
algo que hace tiempo buscas tú...
- Leño -



Que lo del trabajo es una maldición lo sabemos desde pequeñitos. Lo que no nos dijeron es que la maldición incluía también al medio de llegar a tu puesto laboral.

Si trabajas en North Sydney, que es una de esas típicas zonas de rascacielos donde la vida se concentra principalmente de 9 a 5, el mejor medio de llegar es el transporte público, ya que en la calle apenas hay plazas de aparcamiento (son para vehículos de carga y descarga) y las plazas de garage en los sótanos de los edificios no son suficientes para todo el mundo.

En mi caso, uso el tren para llegar al puesto de mi condena. Sí, he dicho el tren, puesto que Sydney no disponde de red independiente de metro. Es decir, las lineas que pasan por el centro no van sólo a los suburbios, sino que en algunos casos te pueden llevar hasta 70 u 80 km de Sydney sin bajarte del vagon. ¿Consecuencias? Que un retraso en, digamos, Toledo, puede afectar al metro de la Puerta del Sol, por poner un ejemplo madrileño. Y aquí empieza el suplicio. La puntualidad del tren deja bastante que desear, con lo cual si necesitas estar en un lugar determinado a una hora determinada (véase "entrevista de trabajo") es mejor ir con tiempo.

Pero no todo es gris y aburrido. Hay varias cosas que dan bastante juego: una son los paneles en los que indican lo que tardará el próximo tren en venir. En estos monitores el tiempo cumple las teorías de Einstein y se estira y se encoge con una facilidad pasmosa (¿irán los trenes a la velocidad de la luz y yo no me he enterado?). Pueden anunciar 8 minutos durante una eternidad y luego cambiar a 11, y en 20 segundos poner tan sólo 5. Yo creo que tienen un programa que en caso de retraso lanza números al azar para por lo menos tener al sufrido usuario entretenido.

Por cierto, ante el descontento generalizado han lanzado un nuevo horario en el que se han marcado como objectivo la puntualidad. ¡Y a fé que lo han conseguido! ¿Cuál ha sido el truco? ¿Más y mejores trenes? ¿Mejora en las infraestructuras? ¡NO! Si los trenes llegan tarde la solución es retrasar el horario, con lo cual ahora llegan en punto. Como veis, políticos listillos hay en todas partes.

Otra cosa interesante son las prohibiciones vigentes. A parte de las usuales, tienen el siguiente cartel por doquier: "Prohibido fumar CUALQUIER tipo de sustancia". Repetimos: CUALQUIER.

Finalmente, lo que más me gusta es el ritmo de la gente. Como ya sabéis, la cultura sajona es muy poco dada al contacto físico entre personas, de hecho, para meterte en un vagón lleno antes de que la puerta te machaque al cerrarse, tienes que hacer todo tipo de contorsionismo para colarte entre los huecos de las personas tratando de rozar lo mínimo y pidiendo mil veces perdón. Y es que en un hipotético campeonato de llenar vagones de tren con gente los españoles seríamos los segundos, tan sólo superados por los japoneses y sus funcionarios encargados de estrujar al personal para que las puertas cierren . ¿Y los australianos?... ¡bah! ¡ni se clasificarían!

Esto del no tocarse tiene un efecto que me maravilla. A la salida no se ven a esos fitipaldis que suben corriendo resoplando por entre la gente. Aquí, (para no tocar al de al lado, todo el mundo sube MUY DESPACIO las escaleras (las normales) y forman colas paralelas ante los tornos de salida. Es muy relajante, es como si nadie tuviera prisa, como si todo el mundo fuera a tomar el te en casa de algún viejo conocido. Me recuerda a aquella escena de "2001, una odisea en el espacio" en la que aparece una camarera flotando lentamente en una nave espacial.

Ya sólo faltaría "El danubio azul".


miércoles, septiembre 07, 2005

 

¡Ponte algo, Henry!

"No te olvides la toalla cuando vayas a la playa..."
Puturrú de Fuá






Hacer turismo histórico por estos lares es difícil si pensamos que este país tiene apenas 200 años y que los propios australianos no empezaron a darse cuenta del valor de preservar la historia hasta mediados del siglo XX. Hasta entonces muchas de las ruinas tenían un tufillo que les recordaba el estigma de su origen, su pasado como colonia penal y no hicieron mucho por salvar lo que quedaba. Afortunadamente hoy las cosas han cambiado y hay algunas cosas que merece la pena visitar.

Algunas de ellas se encuentran en la ciudad de Parramatta, que con el (poco original) nombre de Rose Hill fue fundada poco después de Sydney, ambas a orillas del mismo río, y elegida como el lugar donde llevar a las presas. Pero este pequeño asentamiento (que muchos años más tarde recuperaría su nombre original) tambien albergó algo mucho más importante para los primeros colonos, la primera granja experimental en el Down Under; porque a los ingleses, con tal de quitarse a los presos de en medio, no se les ocurrió pensar en mandar agricultores o gente de campo, sino que mandaron presos un tanto al azar, sin mirar por las necesidades del asentamiento. Resultado: una hambruna de órdago durante los primero años.

Para paliar esta situación el gobernador Arthur Phillip (primer mandamás de la nueva colonia) creó en Rose Hill una granja experimental en tierras cercanas al río Parramatta, mucho más fértiles que las de Sydney, con el objeto de mejorar una situación que era tan drástica que los soldados y los presos recibían la misma escasa ración. Al mando puso a su sirviente Henry Edward Dodd. La situación con la comida no era para bromear y una noche de lluvia el amigo Todd salió sin hacer caso de su señora (ya me parece oirla... "¡pero ponte algo, Henry, que vas a coger una gripe!") a ahuyentar a unos convictos que le estaban robando los tomates y bueno, la historia no dice si pescó a los hambrientos presidiarios pero lo que sí pescó fue una buena neumonía y al poco tiempo falleció.

Su cuerpo descansa en el Parramatteño cementerio de Saint John, el segundo de Australia (el primero estaba junto a las barracas de los presos pero no se conserva), y la suya es la tumba más antigua de este país, datando de 1791. En aquellos tiempos no estaban para florituras, así que en la lápida tan sólo se puede a duras penas leer "H E Todd 1791", pero bueno, que no se queje, que por lo menos tuvo el honor de recibir primer funeral del país.


En este cementerio también se encuentran otras tumbas de miembros de la primera flota, unas mejor conservadas que otras y bueno, algunas, como esta, con su sentido del humor y todo ("Si yo tuve defectos, ¿quién no los tiene?").


lunes, agosto 29, 2005

 

Costumbres nupcionales nativas


Este pasado sábado se casó un compañero de trabajo. El lunes antes de la boda noté que tenía la cara un poco amarillenta, y pensé que sería de las preocupaciones lógicas ante lo que se le viene encima. El martes el amarillo oscureció y empezó a ser color marroncete y el miércoles finalmente di con el quid de la cuestión. ¡Este chico se está dando rayos UVA o algo que se le parece!

Le pregunté y me contestó con toda naturalidad que en Australia es muy normal que los novios se den sesiones de falso bronceado (faked tan), más que de rayos UVA, antes de la boda porque así (según ellos) salen mejor en las fotos. Otro compañero nativo me lo confirmó como algo bastante común. Siguiendo mis pesquisas, mis compañeros escocés e irlandés se apresuraron a dejar claro que en sus respectivas tierras no se les ocurre semejante idea, cosa que tampoco me extraña, pues tanto unos como otros no es que se distingan por sus refinamientos precisamente, y bueno, una sesión de UVA a un pelirrojo lleno de pecas debe producirle un resultado bastante, digámoslo asi, vanguardista. Pero...

..... y los españoles?

Llevo tanto tiempo subido a mi eucalipto que no sé si en España a la gente también le da por retostarse antes de afrontar la sesión de fotos o es que estos sydneysiders están un poquillo "pa'llá".

¿Podría alguien ponerme al día?


viernes, agosto 26, 2005

 

Una de modales


Una de las primeras cosas que aprendí cuando salí de los dominios de la cultura latina es que esa cosa de los modales está para usarla. De hecho, recuerdo que cuando por primera vez compartí mesa en ambiente familiar en Austria, sé que más tarde mi anfitriona pidió perdón a espaldas mías a los otros comensales explicándoles que en las tierras salvajes de donde yo provengo nadie pedía la sal por favor ni mucho menos ¡daba las gracias por ello! Y yo que me creía de lo más fino porque en vez de alargar el brazo, pasando la manga por los suculentos guisados de cerdo austriaco, pedía (y sin gritar, que conste) la sal amablemente al comensal más cercano....

Y es que claro, acostumbrado a la ley del ñampa zampa, que es la que regía en mi casa, pues claro... y no será porque mis pobres padres, santos ellos, no nos dijeran mil veces que las cosas se piden por favor y todo eso, pero cuando había hambre a los tres hermanos nos entraba un nervio en el que las convenciones y protocolos quedaban sepultadas por vocerío y exhortaciones más o menos amistosas según el hambre habida.

Así que uno finalmente aprendió a dar la gracias, decir de nada, desear buenos días, buenas noches y todo tipo de bendiciones y parabienes y pensaba que ya había visto todo.... hasta llegar a Australia.

Los australianos son, por regla general, encantadores y educados. Pero a veces la situación es tan extrema que, de verdad, echo de menos la ley del ñampa zampa.

El caso es que trabajo con ordenadores y teléfonos móviles, y para poner un programa en el móvil necesitamos un aparatito. Pues bien, a un compañero mío no le funcionaba el mencionado aparatito en su ordenador (ya sabeis, las cosas de Bill Gates) y me pidió amablememente que yo le mandara el programa que él estaba desarrollando a su móvil. Yo le dije que no importaba y paré lo que estaba haciendo para mandárselo. Al final, él me dió las gracias y yo le respondí que no había problema.

Bueno, en realidad sí que había un problema, y era que este chico (el escocés que aparece en alguna que otra entrada de este blog) necesitaba mandar el programa a su móvil cada vez que hacía un cambio, y claro, esto era como ¡una vez cada 5 minutos!

Y lo gracioso es que la secuencia era siempre la misma: porfavor-sícómono-muchasgracias-denada

Y esto duró varios días.... y a mí me daba la risilla pensando en cómo sería la situación en España, es decir, si un compañero te pide tropecientas mil veces la misma cosa una y otra vez...

¿Alguien se anima a describirlo? ¡¡que deje un comentario!!!


jueves, agosto 11, 2005

 

¡Que lío de nombres!


Una de las peculiaridades de este país es la cantidad de nombres aborígenes que utilizan. Ciertamente, el país es enorme y se ve que prefirieron adoptar los nombres aborígenes a tener que inventarse los suyos propios, lo cual, viendo la originalidad que tienen con las calles (ya hablaremos de eso otro día) casi que se agradece.

Lo malo es la similaridad entre los nombres, por lo tanto uno no sabe si ha quedado en Tamarama o Turramurra [tarramarra], o Cabramatta o Parramatta. Pensad que en bocas sajonas todo esto suena como si se hubieran comido un polvorón y trataran de decir, con su particular acento, ¡Pamplona!

Y ya no te digo conduciendo. Si vas al Mount Warning debes tomar la salida de Murwillumbah y no la de antes, que es Wollumbimbi. Visto asi, escrito, quizás parezca imposible confundirlos, pero dentro de 5 minutos voy a preguntar de nuevo a ver si te acuerdas cuál es cuál....

;-)

De todos modos, yo creo que el mejor es el nombre que tiene uno de los barrios céntricos: Woollomooloo [bulumulú]. ¡De verdad que tengo que hacer esfuerzos para no pensar que estoy en el África central!


domingo, agosto 07, 2005

 

Mount Warning


Imagina, Sicilia, años 20....
(Las chicas de oro)

(Nota: Como siempre, pinchad en la imagen para hacerla más grande)


Imagina, Australia, hace 23 millones de años (échale un milloncete arriba o abajo si quieres, que los geólogos no son muy quisquillosos con estas cosas). Muy cerca de lo que un día será Byron Bay, el punto más al este de la Australia continental (en la foto el círculo pequeño de la derecha), una inofensiva montaña está a punto de dar un buen susto a los animales de la zona entrando súbitamente en erupción y así continúa por lo menos 3 millones de años (porque los hay que cuando se ponen a asustar lo hacen a conciencia). El caso es que tras el último periodo de actividad, hace unos 20 millones de años, el volcán, de unos 3000 metros de altura, se echa una siestecita y hasta hoy.

Ahora entra en escena el Batallón de Nubes de la Madre Tierra. Como se suele decir, ha llovido mucho desde entonces.... bueno, imaginaos si ha llovido que del antiguo volcán sólo queda parte de la chimenea central, el hoy llamado Mount Warning (círculo pequeño dentro del círculo grande) y lo que era la base (círculo grande), en donde el basalto de las erupciones se fue acumulando. El resto de la montaña se fue fundiendo y dando lugar a un fértil suelo que ha dado lugar a un zonas de bosque tropical.

Lo bonito es subir arriba y ver cómo las montañas que circundan van formando un semicírculo. Otra curiosidad es que dada su altura (hoy apenas 1350 metros, pues como decíamos, ¡anda que no ha llovido desde entonces!) es el primer sitio donde amanece en Australia y más de uno hace noche allí para ver al amanecer desde tan privilegiada posición.

El acto final tiene lugar unos 11.999.800 años después... o sea, hace algo más de 200 años, cuando el Capitán Cook pasó y le dio su nombre sajón, para avisar a futuros marineros del peligro de las Julian Rocks, unos cachopiedros a dos kilómetros de la costa.

Evidentemente los aborígenes ya se habían percatado de la extraña forma de la montaña (una especia de pulgar hacia arriba) mucho antes, hace unos 30.000 años (y es que nada en esta historia tiene fecha exacta), y la incorporaron a su mitología, denominándola Wollumbin. Y aquí viene la duda... en algunos sitios esta palabra aparece traducida como “El jefe guerrero de las montañas”, pues decían que los rayos y truenos eran producidos por peleas de este inquieto personaje.... peeero también aparece traducido en otras fuentes como “El atrapanubes”, refiriéndose a las habituales lluvias en la zona. El caso es que... ¿con qué traducción me quedo?

¿Alguien tiene un diccionario de Aborigen – Español a mano?

Nota1:
La foto satélite está sacada de Google Maps. Jugad con el zoom para ver el borde del volcán mejor:
http://maps.google.com/maps?ll=-28.405897,153.267517&spn=0.843443,1.296799&t=k&hl=en


Nota2: Para los de vista aguileña, en la foto de la playa de Byron Bay (2 entradas más abajo) el Mount Warning está debajo de la nube de la derecha.

Nota3: Dado la amplitud de territorio con la que contaban, prácticamente cada grupo aborigen tenía su propia lengua, así que el que me traiga el diccionario se lleva el jamón del título de este blog, la muñeca chochona y hasta el payasete Nicolás.


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