jueves, septiembre 29, 2005

 

¡No cuela!



Cualquiera que haya usado un procesador de textos sabe de las ventajas del "copiar y pegar". ¿Por qué escribir un texto de nuevo cuando en medio segundo puedo copiarlo de otra parte? Bueno, el problema está cuando realmente el texto necesitado no es exáctamente idéntico al original y nadie se molesta en echarle un vistazo.

Eso es lo que ingenuamente pensé la primera vez que tuve delante de mí un bote de una conocida marca de mermelada francesa. En su etiqueta siempre reza es "Una antigua receta de francesa con deliciosos XXXX (el ingrediente en cuestión) endulzada tan sólo con mosto concentrado". Imaginemos un mundo ideal en el que los slogans publicitarios son ciertos y puedo creer que la mermelada que estoy tomando ha sido fabricada de igual forma que hace unos cientos de años, con deliciosos arándanos o zarzamoras recogidas en los bosques galos, no de invernadero, o incluso puedo imaginarme que nuestros vecinos tenian suficiente tiempo y ganas como para hacer mosto concentrado para endulzar su esmerada confitura en vez de dejar fermentar su zumo para posterior disfrute.

Ahora bien, que en la etiqueta ponga el mismo slogan para la mermelada de "piña y mango", pues..... mira que trato de imaginarme a una linda mademoiselle recogiendo piñas tropicales a las orillas del Sena o a un esforzado labriego cultivando con esmero sus mangos..... pero como que.... ¡NO CUELA!

Asi que asumo que ha sido un inocente fallo de "copiar y pegar", porque el departamento de marketing de tan reputada empresa no querría engañarnos... ¿verdad?


jueves, septiembre 22, 2005

 

Las cucarachas

Comparto mi vida
con cien cucarachas
yo les doy las migas
y ellas hacen gachas
- The Vientre -



Muchas veces me preguntan por la fauna que me encuentro en Australia, en especial por los cocodrilos, pues en las noticias sólo salen cocodrilos zampándose alemanes (una costumbre entre los reptiles de por aquí, según parece) y alegres canguritos, los cuales, evidentemente, no suelen merodear por las urbes y por lo tanto apenas los veo.

Y es que, como siempre, los reporteros se dejan cegar por los fuegos artificiales y se olvidan de los detalles sustanciosos. Porque, queridos amiguitos, en Sydney los animales también tienen reina, y esta vez no es inglesa, sino alemana. Se trata, ni más ni menos que de la llamada cucaracha alemana (Blattella germanica), la cual, curiosamente, procede de Africa. Por cierto, tampoco acertaron los entomólogos con la cucaracha Australiana, pues hoy se sabe que no es nativa, aunque no se ha determinado su procedencia.

Pero volvamos a la cucaracha alemana. Este curioso insecto, como buen monarca, no hace diferencias entre sus súbditos y habita en casas acomodadas y residencias de baja estofa por igual. Así que si veis algunas corretear por el lugar donde os alojeis, tranquilos, que en Sydney un hogar sin cucarachas es, sencillamente, ¡un búnker! Además, según las autoriadades sanitarias están consideradas como una plaga "estética" (bueno, a mi me parecen poco estéticas, pero si ellos lo dicen...), es decir, no son perjudiciales, aunque yo creo que todo depende de los nervios y el temple que tenga cada uno.

De todos modos, en verano se las puede ver hasta correteando por las calles. Eso sí, por lo general son discretas. Salen al anochecer, mientras tú estás camino de la cama y en general se recogen al amanecer, así la temporada pasada compartíamos el piso con alegría y buen rollito. Lo malo es cuando sales de fiesta y vuelves a casa de noche. ¡¡Sorpresaaaaaa!! Ahí las tienes, en la cocina, correteando de arriba a abajo con gracia y salero.

Es entoces cuando, en un arrebato, coges el spray y te dedicas a gasearlas impunemente..... y es dos segundos después cuando te das cuenta de que la garganta se te reseca y que te empiezas a sentir mareado.... entonces te parece oir risitas por lo bajini y empiezas a comprender que en realidad a la larga es más perjudicial el spray para ti que para ellas.

La otra manera de acabar con ellas es con cebos. Son unas cajitas de plástico muy modernas con veneno dentro y que duran un monton de meses, pero no sé.... yo cada vez que pongo unos nuevos me parece oir: "qué bien, qué bien... hoy comemos con Isabeeeeel". Sí... de vez en cuando aparece alguna patas arriba, pero yo creo que es más bien de indigestión que de otra cosa.

Así que esta temporada Kangutja, mi mariscal de campo, y un servidor decidimos plantar cara al invasor con la ayuda de armas prohibidas por la convención de Ginebra. Y me refiero a... ¡¡¡veneno de la China!!!!!. Por medio de una red de espías y agentes secretos ha llegado a nuestras manos el arma que pondrá la balanza de nuestro lado: veneno chino. Lo llaman "la última cena" y de momento su efectividad es alta y la moral entre nuestras tropas es elevada. Pero ahora llega el verano y las fuerzas atacantes se multiplican.

¿Lograremos detener el avance?


jueves, septiembre 15, 2005

 

A cámara lenta

El tren
súbete a mi tren azul
su dulce chimenea te puede dar
algo que hace tiempo buscas tú...
- Leño -



Que lo del trabajo es una maldición lo sabemos desde pequeñitos. Lo que no nos dijeron es que la maldición incluía también al medio de llegar a tu puesto laboral.

Si trabajas en North Sydney, que es una de esas típicas zonas de rascacielos donde la vida se concentra principalmente de 9 a 5, el mejor medio de llegar es el transporte público, ya que en la calle apenas hay plazas de aparcamiento (son para vehículos de carga y descarga) y las plazas de garage en los sótanos de los edificios no son suficientes para todo el mundo.

En mi caso, uso el tren para llegar al puesto de mi condena. Sí, he dicho el tren, puesto que Sydney no disponde de red independiente de metro. Es decir, las lineas que pasan por el centro no van sólo a los suburbios, sino que en algunos casos te pueden llevar hasta 70 u 80 km de Sydney sin bajarte del vagon. ¿Consecuencias? Que un retraso en, digamos, Toledo, puede afectar al metro de la Puerta del Sol, por poner un ejemplo madrileño. Y aquí empieza el suplicio. La puntualidad del tren deja bastante que desear, con lo cual si necesitas estar en un lugar determinado a una hora determinada (véase "entrevista de trabajo") es mejor ir con tiempo.

Pero no todo es gris y aburrido. Hay varias cosas que dan bastante juego: una son los paneles en los que indican lo que tardará el próximo tren en venir. En estos monitores el tiempo cumple las teorías de Einstein y se estira y se encoge con una facilidad pasmosa (¿irán los trenes a la velocidad de la luz y yo no me he enterado?). Pueden anunciar 8 minutos durante una eternidad y luego cambiar a 11, y en 20 segundos poner tan sólo 5. Yo creo que tienen un programa que en caso de retraso lanza números al azar para por lo menos tener al sufrido usuario entretenido.

Por cierto, ante el descontento generalizado han lanzado un nuevo horario en el que se han marcado como objectivo la puntualidad. ¡Y a fé que lo han conseguido! ¿Cuál ha sido el truco? ¿Más y mejores trenes? ¿Mejora en las infraestructuras? ¡NO! Si los trenes llegan tarde la solución es retrasar el horario, con lo cual ahora llegan en punto. Como veis, políticos listillos hay en todas partes.

Otra cosa interesante son las prohibiciones vigentes. A parte de las usuales, tienen el siguiente cartel por doquier: "Prohibido fumar CUALQUIER tipo de sustancia". Repetimos: CUALQUIER.

Finalmente, lo que más me gusta es el ritmo de la gente. Como ya sabéis, la cultura sajona es muy poco dada al contacto físico entre personas, de hecho, para meterte en un vagón lleno antes de que la puerta te machaque al cerrarse, tienes que hacer todo tipo de contorsionismo para colarte entre los huecos de las personas tratando de rozar lo mínimo y pidiendo mil veces perdón. Y es que en un hipotético campeonato de llenar vagones de tren con gente los españoles seríamos los segundos, tan sólo superados por los japoneses y sus funcionarios encargados de estrujar al personal para que las puertas cierren . ¿Y los australianos?... ¡bah! ¡ni se clasificarían!

Esto del no tocarse tiene un efecto que me maravilla. A la salida no se ven a esos fitipaldis que suben corriendo resoplando por entre la gente. Aquí, (para no tocar al de al lado, todo el mundo sube MUY DESPACIO las escaleras (las normales) y forman colas paralelas ante los tornos de salida. Es muy relajante, es como si nadie tuviera prisa, como si todo el mundo fuera a tomar el te en casa de algún viejo conocido. Me recuerda a aquella escena de "2001, una odisea en el espacio" en la que aparece una camarera flotando lentamente en una nave espacial.

Ya sólo faltaría "El danubio azul".


miércoles, septiembre 07, 2005

 

¡Ponte algo, Henry!

"No te olvides la toalla cuando vayas a la playa..."
Puturrú de Fuá






Hacer turismo histórico por estos lares es difícil si pensamos que este país tiene apenas 200 años y que los propios australianos no empezaron a darse cuenta del valor de preservar la historia hasta mediados del siglo XX. Hasta entonces muchas de las ruinas tenían un tufillo que les recordaba el estigma de su origen, su pasado como colonia penal y no hicieron mucho por salvar lo que quedaba. Afortunadamente hoy las cosas han cambiado y hay algunas cosas que merece la pena visitar.

Algunas de ellas se encuentran en la ciudad de Parramatta, que con el (poco original) nombre de Rose Hill fue fundada poco después de Sydney, ambas a orillas del mismo río, y elegida como el lugar donde llevar a las presas. Pero este pequeño asentamiento (que muchos años más tarde recuperaría su nombre original) tambien albergó algo mucho más importante para los primeros colonos, la primera granja experimental en el Down Under; porque a los ingleses, con tal de quitarse a los presos de en medio, no se les ocurrió pensar en mandar agricultores o gente de campo, sino que mandaron presos un tanto al azar, sin mirar por las necesidades del asentamiento. Resultado: una hambruna de órdago durante los primero años.

Para paliar esta situación el gobernador Arthur Phillip (primer mandamás de la nueva colonia) creó en Rose Hill una granja experimental en tierras cercanas al río Parramatta, mucho más fértiles que las de Sydney, con el objeto de mejorar una situación que era tan drástica que los soldados y los presos recibían la misma escasa ración. Al mando puso a su sirviente Henry Edward Dodd. La situación con la comida no era para bromear y una noche de lluvia el amigo Todd salió sin hacer caso de su señora (ya me parece oirla... "¡pero ponte algo, Henry, que vas a coger una gripe!") a ahuyentar a unos convictos que le estaban robando los tomates y bueno, la historia no dice si pescó a los hambrientos presidiarios pero lo que sí pescó fue una buena neumonía y al poco tiempo falleció.

Su cuerpo descansa en el Parramatteño cementerio de Saint John, el segundo de Australia (el primero estaba junto a las barracas de los presos pero no se conserva), y la suya es la tumba más antigua de este país, datando de 1791. En aquellos tiempos no estaban para florituras, así que en la lápida tan sólo se puede a duras penas leer "H E Todd 1791", pero bueno, que no se queje, que por lo menos tuvo el honor de recibir primer funeral del país.


En este cementerio también se encuentran otras tumbas de miembros de la primera flota, unas mejor conservadas que otras y bueno, algunas, como esta, con su sentido del humor y todo ("Si yo tuve defectos, ¿quién no los tiene?").


This page is powered by Blogger. Isn't yours?