viernes, octubre 28, 2005

 

El último día


Mañana es sábado, lo cual de por sí siempre es una buena noticia, pero es que además mañana es el último día del horario de invierno. Las razones para celebrar la llegada del horario de verano son varias, pero se puede resumir en esta:

¡Por fin dejará de amanecer a las cinco de la mañana! (hoy viernes lo ha hecho a las 4:58), con lo cual el sol podrá dormir una hora más, los pajarillos podrán dormir una hora más y por extensión, ¡yo podré dormir una hora más!

Y este asunto del amanecer no es cuestión baladí. Muchos diréis: "Chico, si bajas la persiana del todo, no entra ni una gota de luz", ante lo cual me descubro, pero el problema es que en Australia casi nadie tiene persianas. En la mayoría de las casas o hay cortinas o como en la mía, que van de modernos, hay lo que llaman "cortinas ciegas" (blind curtains), que son como las típicas cortinillas de plástico de las oficinas pero en vertical.

Y claro, la luz entra de tal manera que he tenido que recurrir a algo que de niño me parecía bastante ridículo cuando se lo veía a mi padre. Sí, amigos, lo confieso, yo uso antifaz por las mañanas. Vale, de acuerdo, I'm sorry, sé que tengo un problema y prometo acudir cuanto antes a "Antifaceros Anónimos".



De todos modos la solución sería fácil. Levantarse pronto, que es lo que hacen los buenos australianos, porque.... si no son ellos los que madrugan, ¿por qué los gimnasios abren a las 6 o incluso a las 5.30 de la mañana? ¿Por qué el parque de al lado de mi casa se llena de gente a las 7 de la mañana y a las 7 de la noche no hay casi ni un alma?


Pero madrugar es duro, sí señor. Confieso que una vez lo intenté, que incluso llegué hasta el cuarto de baño, pero mirándome al espejo el individuo del otro lado me dijo: "¿Pero tú estás tonto o qué?" y me volví a meter a la cama.

Y para finalizar, una reflexión. Si en Europa nos venden la conveniencia de los dos horarios (de invierno y de verano), con el pretexto del ahorro de energía producido al adecuar los horarios al ritmo solar. ¿Por qué en Nueva Gales del Sur cambian el horario a la vez que en el hemisferio norte y por lo tanto tenemos 7 meses de horario de invierno y 5 de verano?

¡Que alguien me lo explique, por favor!


viernes, octubre 21, 2005

 

Urbanidad

¡Hay que ser educado!...
El señor Barragán


Que lo de la urbanidad es algo complejo uno lo intuye en cuanto se asoma al diccionario:

urbanidad : f. Cortesanía, comedimiento, atención y buen modo.

Vale, muy bien, pero... ¿cómo se conjuga todo esto en Australia? Veamos algunos ejemplos prácticos sacados de la vida misma.


Lección I - El uso de "I'm sorry"

Aquí tenemos buenas noticias. No es ya que se pueda usar esta expresión con regularidad, es que se debe usar siempre y en todo lugar. Para empezar, siempre que se roza a alguien o hay una mínima posibilidad de cometer cualquier transgresión de las normas sajonas de la distancia, que son, como ya sabemos, muy restrictivas. Cualquiera que haya viajado a Londres, a la vuelta, seguro que el primer día ha dicho "Sorry!" en cuanto haya rozado a alguien.

Pero lo que no explican los libros de texto es que, en realidad, aquí sueltan los "I´m sorry" (junto a una sonrisa espléndida) como comodín que justifique cualquier cosa: Si un atracador entra a un banco a punta de pistola, lo primero que dirá es "I'm sorry but.....". Y es que, ante todo ¡educación!

Otro ejemplo: que tu compañero de piso pasa de sacar la basura. Tranquilo, te dirá "Sorry, mate" y se irá tan tranquilo. Y no le digas que no te vale con pedir disculpas, porque entonces se le pondrán los ojos como platos, como diciendo "¡¡Ya te he pedido perdón!! ¿Qué quieres, que me fustigue en público?", ante lo cual no sólo te hará sentir mal, sino que tampoco lograrás que saque la basura la próxima vez.

Leccion 2 - ¿Y si de verdad lo sientes?

Pero entonces... qué pasa si DE VERDAD quieres disculparte. ¿Cómo hacer ver entonces a otra persona que realmente sientes lo sucedido? Pues repitiendo esta y otras expresiones como "Pardon me" una y otra vez (y los australianos pueden perseguirte hasta el infierno si hace falta, con tal de lograr tu perdón) hasta que el ofendido dice algunas de las palabras mágicas: "No worries!", "You are right", "It´s OK" o similares.

Y es que este país no deja de sorprenderme. Un sábado, después de ser despertado a las 8 de la mañana por el taladro de la obra de un vecino, bajo en el ascensor y me encuentro al albañil con el arma del delito en la mano. Así que en ese momento mi sangre latina empezo a hinchar las venas de los ojos y a pesar de contar hasta diez y decir internamente "ooooommmmmmmmmm", no pude contenerme y soltando una mirada un tanto asesina dije: "¡Aha.... así que tú eres el que me ha despertado a las 8 de la mañana!". Sinceramente, yo esperaba la actitud chulesca y macarrónica que se gastan los del sector de la construcción por tierras patrias, y he de reconocer que tragué saliva pensando que, bueno, al fin y al cabo el que tenía un arma en la mano era él, pero el hombre me sorprendió con una sucesión de "sorrys" y caras de contricción tales que no me quedó más remedio que soltar algunas de las palabras mágicas (ver lección 1) que aliviaran su carga emocional, y aún así este buen obrero me siguió pidiendo disculpas una y otra vez, aún cuando yo, que me bajé antes, ¡ya había salido del ascensor!

Así que tras esto, qué puedo decir.... que Uluru, esa inmensa roca roja en medio del desierto, será toda una maravilla, pero a mí me maravilla más que un currela te pida perdón por haberte despertado a las 8 con un taladro, en vez de amenazarte con hacer uso indebido del mismo en alguna parte tu cuerpo... y no seré más específico en consideración a los miles de inocentes niños que pudieran estar leyendo en este momento este blog.

No quisiera tener luego que salir en los diarios diciendo: "I'm sorry!"


viernes, octubre 07, 2005

 

Domingo en Diamond Head

¿Qué puedo hacer yo?
De quién debo defenderme
si no conozco enemigos...
Celtas Cortos




El domingo pasado en el camping de Diamond Head, en el parque nacional de Crowdy Bay (en la costa, a unos 350 kilómetros al norte de Sydney), tuve la ocasión de asistir a esta típica escena de camping australiano: tiendas con los bañadores puestos al sol, bicicletas disfrutando de un merecido descanso junto a un árbol, una señora mayor haciendo ganchillo a la sombra mientras su esposo lee un libro (o quizás echa una cabezada furtiva) y bueno... un canguro por ahí en medio. O mejor dicho, una cangura, pues como se puede ver lleva a su retoño en el saco, puesto que le asoman las piernecitas.

Hasta aquí el hecho no es tan insólito, pues sabemos que otra cosa no, pero canguros hay en este país para dar y tomar, lo raro es que apenas nadie hiciera el más mínimo caso al animal, y de nuevo puedo comprender que los adultos, cansados de marsupiales, no se inmuten, pero... ¿y los niños?.

Yo en España me imagino a una panda de críos con artilugios pinchantes, cortantes o si hace falta tiroteantes (El Arroyo Los Cagaos dixit), detrás del bicho con la intención de hacer con él un estofado o sencillamente churrasco a la parrilla, ante la indiferencia de sus progenitores o si te apuras, espoleados por ellos.

Aquí los críos están bastante civilizados y se comportan amablemente con bichos y también con los adultos. Una de las cosas que más me choca es que un renacuajo de 4 años se ponga a hablar contigo tranquilamente, como si te conociera de toda la vida. No es que me parezca mal, es que creo que en España tenemos eso del "no hables con extraños" que por aquí no tienen.

De hecho, un rato después estuve hablando con un mozín y le pregunté su opinión acerca de los canguros.

- Pues la verdad es que no me gustan.
- ¿Y eso?
- Porque entran en la tienda y se comen el pan.

Y me miraba con ojos azules y esa mirada limpia de quien cuenta sus años con los dedos de una mano como diciendo..... ¡y qué le voy a hacer!.


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