viernes, agosto 26, 2005

 

Una de modales


Una de las primeras cosas que aprendí cuando salí de los dominios de la cultura latina es que esa cosa de los modales está para usarla. De hecho, recuerdo que cuando por primera vez compartí mesa en ambiente familiar en Austria, sé que más tarde mi anfitriona pidió perdón a espaldas mías a los otros comensales explicándoles que en las tierras salvajes de donde yo provengo nadie pedía la sal por favor ni mucho menos ¡daba las gracias por ello! Y yo que me creía de lo más fino porque en vez de alargar el brazo, pasando la manga por los suculentos guisados de cerdo austriaco, pedía (y sin gritar, que conste) la sal amablemente al comensal más cercano....

Y es que claro, acostumbrado a la ley del ñampa zampa, que es la que regía en mi casa, pues claro... y no será porque mis pobres padres, santos ellos, no nos dijeran mil veces que las cosas se piden por favor y todo eso, pero cuando había hambre a los tres hermanos nos entraba un nervio en el que las convenciones y protocolos quedaban sepultadas por vocerío y exhortaciones más o menos amistosas según el hambre habida.

Así que uno finalmente aprendió a dar la gracias, decir de nada, desear buenos días, buenas noches y todo tipo de bendiciones y parabienes y pensaba que ya había visto todo.... hasta llegar a Australia.

Los australianos son, por regla general, encantadores y educados. Pero a veces la situación es tan extrema que, de verdad, echo de menos la ley del ñampa zampa.

El caso es que trabajo con ordenadores y teléfonos móviles, y para poner un programa en el móvil necesitamos un aparatito. Pues bien, a un compañero mío no le funcionaba el mencionado aparatito en su ordenador (ya sabeis, las cosas de Bill Gates) y me pidió amablememente que yo le mandara el programa que él estaba desarrollando a su móvil. Yo le dije que no importaba y paré lo que estaba haciendo para mandárselo. Al final, él me dió las gracias y yo le respondí que no había problema.

Bueno, en realidad sí que había un problema, y era que este chico (el escocés que aparece en alguna que otra entrada de este blog) necesitaba mandar el programa a su móvil cada vez que hacía un cambio, y claro, esto era como ¡una vez cada 5 minutos!

Y lo gracioso es que la secuencia era siempre la misma: porfavor-sícómono-muchasgracias-denada

Y esto duró varios días.... y a mí me daba la risilla pensando en cómo sería la situación en España, es decir, si un compañero te pide tropecientas mil veces la misma cosa una y otra vez...

¿Alguien se anima a describirlo? ¡¡que deje un comentario!!!


Comments:
Si es un compañero con el que no tienes mucha confianza, te diría que no tiene tiempo, que tampoco le funciona el aparatito o cualquier otra excusa parecida.
Ahora, si es un buen colega, con el que existe una comunicación fluida y confianza para expresar una opinión personal, diría algo así como "¡No me toques los cojones que vengo de vendimiar!"

PD: La cita es literal, de hace años, iba dirigida a mí y su autor, a estas alturas, es mi mejor compañero, uno de mis mejores amigos y mi compadre. Saludos Rober.
 
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