jueves, septiembre 15, 2005

 

A cámara lenta

El tren
súbete a mi tren azul
su dulce chimenea te puede dar
algo que hace tiempo buscas tú...
- Leño -



Que lo del trabajo es una maldición lo sabemos desde pequeñitos. Lo que no nos dijeron es que la maldición incluía también al medio de llegar a tu puesto laboral.

Si trabajas en North Sydney, que es una de esas típicas zonas de rascacielos donde la vida se concentra principalmente de 9 a 5, el mejor medio de llegar es el transporte público, ya que en la calle apenas hay plazas de aparcamiento (son para vehículos de carga y descarga) y las plazas de garage en los sótanos de los edificios no son suficientes para todo el mundo.

En mi caso, uso el tren para llegar al puesto de mi condena. Sí, he dicho el tren, puesto que Sydney no disponde de red independiente de metro. Es decir, las lineas que pasan por el centro no van sólo a los suburbios, sino que en algunos casos te pueden llevar hasta 70 u 80 km de Sydney sin bajarte del vagon. ¿Consecuencias? Que un retraso en, digamos, Toledo, puede afectar al metro de la Puerta del Sol, por poner un ejemplo madrileño. Y aquí empieza el suplicio. La puntualidad del tren deja bastante que desear, con lo cual si necesitas estar en un lugar determinado a una hora determinada (véase "entrevista de trabajo") es mejor ir con tiempo.

Pero no todo es gris y aburrido. Hay varias cosas que dan bastante juego: una son los paneles en los que indican lo que tardará el próximo tren en venir. En estos monitores el tiempo cumple las teorías de Einstein y se estira y se encoge con una facilidad pasmosa (¿irán los trenes a la velocidad de la luz y yo no me he enterado?). Pueden anunciar 8 minutos durante una eternidad y luego cambiar a 11, y en 20 segundos poner tan sólo 5. Yo creo que tienen un programa que en caso de retraso lanza números al azar para por lo menos tener al sufrido usuario entretenido.

Por cierto, ante el descontento generalizado han lanzado un nuevo horario en el que se han marcado como objectivo la puntualidad. ¡Y a fé que lo han conseguido! ¿Cuál ha sido el truco? ¿Más y mejores trenes? ¿Mejora en las infraestructuras? ¡NO! Si los trenes llegan tarde la solución es retrasar el horario, con lo cual ahora llegan en punto. Como veis, políticos listillos hay en todas partes.

Otra cosa interesante son las prohibiciones vigentes. A parte de las usuales, tienen el siguiente cartel por doquier: "Prohibido fumar CUALQUIER tipo de sustancia". Repetimos: CUALQUIER.

Finalmente, lo que más me gusta es el ritmo de la gente. Como ya sabéis, la cultura sajona es muy poco dada al contacto físico entre personas, de hecho, para meterte en un vagón lleno antes de que la puerta te machaque al cerrarse, tienes que hacer todo tipo de contorsionismo para colarte entre los huecos de las personas tratando de rozar lo mínimo y pidiendo mil veces perdón. Y es que en un hipotético campeonato de llenar vagones de tren con gente los españoles seríamos los segundos, tan sólo superados por los japoneses y sus funcionarios encargados de estrujar al personal para que las puertas cierren . ¿Y los australianos?... ¡bah! ¡ni se clasificarían!

Esto del no tocarse tiene un efecto que me maravilla. A la salida no se ven a esos fitipaldis que suben corriendo resoplando por entre la gente. Aquí, (para no tocar al de al lado, todo el mundo sube MUY DESPACIO las escaleras (las normales) y forman colas paralelas ante los tornos de salida. Es muy relajante, es como si nadie tuviera prisa, como si todo el mundo fuera a tomar el te en casa de algún viejo conocido. Me recuerda a aquella escena de "2001, una odisea en el espacio" en la que aparece una camarera flotando lentamente en una nave espacial.

Ya sólo faltaría "El danubio azul".


Comments:
Qué curioso contraste para una gran ciudad, que vayan despacio y sean tan cuidadosos con lo del espacio de cada uno.
 
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