martes, noviembre 22, 2005

 

¡Nos vamos a Alemania! (es un decir)

Sorpresas te da la vida
la vida te da sorpresas, ¡ay, Dios!
Rubén Blades



Una de las buenas cosas que tiene el estar a tanta distancia de mi tierra es porque por fin puedo descansar de la intoxicación futbolística a la que la televisión me sometía antes de venirme a las antípodas: partido un día sí y al otro también y sobre todo, el tener que escuchar las interesantes declaraciones de los futbolistas ("el fúrbol es asín", "lo importante es que gane el equipo", "yo lo que diga el Míster".... etc...)durante más de la mitad de los informativos, todos los días, fueran de la cadena que fueran.

Así que cuando me subí al avión que me traería a mi nuevo hogar pensé, bueno, todo eso se queda atrás. !Pues no del todo! Para empezar, la cosa no comenzó demasiado bien, pues en el avión, y eso que era de Qantas y volaba desde Frankfurt, en la programación de sus televisiones tenían un extenso documental sobre la historia del Real Madrid, que no vi, pero me hizo presagiar que la sombra del fútbol es alargada y se extiende más de lo que creía.

Pero una vez instalado en el país comprobé que aquí lo que prima es el rugby y el cricket, y además si vives en Melbourne y alrededores, el fútbol australiano (ya sabeis, la version bruta del balompié), así que respiré tranquilo.

Hasta el pasado miércoles.

Para empezar, la vuelta a casa en el tren fue más apretada que de costumbre porque había bastante gente con camisetas amarillas. Entonces recordé que Australia jugaba esa misma tarde contra Uruguay su pase al Mundial del 2006 en Alemania. En la ida perdieron 1-0 en Montevideo, así que sinceramente no le daba yo muchas opciones a los socceroos, que es como aquí llaman a su selección nacional, mezclando soccer (fútbol para los americanos y australianos) y -roo (como llaman aquí a los canguros, diminutivo de kangaroo).

Pero bueno, a lo que íbamos.

Estaba yo en un hotel (aquí la mayoría de los hoteles son sencillamente, pubs) celebrando el cumpleaños de un compañero de trabajo cuando la gente se empezó a congregar frente a la pantalla gigante. Nosotros estábamos de cena (muchos pubs-hoteles sirven cenas) a unos metros de distancia pero de espaldas a la pantalla, así que sólo sentíamos que cada vez había más gente (pero sin exagerar, tampoco nada parecido a un Real Madrid - Barcelona) y el ambiente se iba animando por momentos.

Los primeros gritos de histeria llegaron cuando los australianos marcaron el primer gol, así que como la cosa se iba animando muchos compañeros de mesa nos fuimos a ver la prórroga.

Supongo que una de las gracias del fútbol es sentirse identificado con un equipo, así que yo me decanté por los de casa, aunque la verdad no era fácil. No conocía a ningún jugador, y los uruguayos tenían nombres que por lo menos eran familiares. Entonces sacaron una imagen del entrenador. ¡La leche! ¡Pero si es Guus Hiddink, el ex-entrenador del Valencia y del Real Madrid! Ah... eso lo cambia todo: ¡Australia, Australia!

La cosa estaba calentita y se puso al rojo vivo cuando se llegó al final de la prórroga sin goles, lo cual quería decir que ambos equipos se jugaban su suerte en la tanda de penalties.

Los allí presentes se mordían las uñas, salvo un compañero neozelandés, el cual no se le veía muy emocionado con aquello. Entonces, primer disparo de los australianos..... gool!! Primer disparo de los uruguayos..... parada de NUESTRO guardameta!!!

En ese momento mi compañero Tom me miró totalmente eufórico (y, por cierto, bastante mamado también) y me dijo una frase que es mejor no traducir:

What the fuck! We might do it!

Poco después un jugador australiano tiró un balón fuera, lo cual puso las cosas empatadas. Llegamos al quinto lanzamiento e incoscientemente un nombre vino a mi mente: Zubizarreta. ¡Qué portero más seguro y elegante! y.... ¡lo malo que era con los penaltis!. Qué tiempos aquellos en los que en los penalties no había emoción ninguna (España SIEMPRE la cagaba).

Pero aquí estaba yo, enfrente de una pantalla gigante esperando que el jugador uruguayo lanzase su balón, el cuarto de su tanda.

Chuta y.......... ¡paradaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAaaaa!!

Ahora todo el peso estaba en las botas de John Aloisi, jugador que me dijeron del.... ¡ahiva Patxi! !del Alavés! (confieso que tardé un rato en enterarme que "Alvis" era Alavés, aunque fue mucho más rápido que cuando en otra ocasión me hablaron del "vidis", que resulto ser el "Betis").

Aquí va Aloisiiiiiiiiiiiiiii.... GggGGGgggOOoooOOOOOOl!!!

El estadio explotó de alegría y en el bar los australianos hasta se permitían medio abrazarse (sin pasarse, que mucho tiene que pasar para que estos sajones rompan la norma sagrada del no contacto físico ¿eh?) y yo, bueno, pues contento por... ¡pues no lo sé muy bien!

De todos modos, viendo que los australianos, solo se clasifican para un mundial cuando se juega en Alemania (la última vez fue en 1974), creo que de momento, en los informativos de por aquí seguire escuchando....

¡¡El cricket es asiNNNN!!!


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